Química
El autorretrato de Leonardo da Vinci que se desvanece
Una de las obras más conocidas del genial pintor Leonardo da Vinci, célebre también por su faceta de científico e inventor, es su supuesto autorretrato, dibujado sobre papel a la sanguina, una técnica de pintura basada en un óxido férrico y que permite plasmar una bella gama de tonalidades rojizas.
Este autorretrato, que elaboró ya en su madurez, a principios del siglo XVI, está en condiciones extremadamente pobres. Siglos de exposición a condiciones húmedas de almacenamiento o a ambientes cerrados han hecho que muchas partes del papel se hayan vuelto amarillentas o amarronadas, un poco como las manchas de café, lo que reduce el contraste entre las tonalidades del pigmento base y el color original del papel, disminuyendo sustancialmente la visibilidad del dibujo.
Un grupo de investigadores de Italia y Polonia, expertos en mecanismos de degradación del papel, se propuso determinar si el proceso de degradación ha disminuido con las condiciones apropiadas de conservación de las que disfruta el dibujo en los últimos tiempos, o si dicho proceso prosigue a una velocidad alarmante.
A fin de hacer tal comprobación, el equipo de Joanna Lojewska, profesora en el Departamento de Química en la Universidad Jagielloniana de Cracovia en Polonia, así como Olivia Pulci y Adriano Mosca Conte, de la Universidad Tor Vergata de Roma en Italia, desarrollaron un método no destructivo para identificar y cuantificar la concentración, en el viejo papel, de moléculas absorbentes de luz conocidas como cromóforos, que son las culpables del cambio de color en la celulosa de documentos antiguos y obras de arte gráfico.
Durante siglos, las acciones combinadas de la luz, la humedad, el calor, ciertas impurezas ácidas y metálicas, y determinados gases contaminantes, han ido modificando el color blanco del componente principal del papel: la celulosa. Este fenómeno, comúnmente visible como un oscurecimiento del papel que se vuelve más amarillento o incluso amarronado, causa daños severos y merma la belleza estética del arte antiguo plasmado en papel.
Los cromóforos son la clave para entender el proceso de degradación visual porque están entre los productos químicos producidos por la oxidación durante el envejecimiento del material y están, en última instancia, detrás del “amarilleo” en la celulosa. Este amarilleo se manifiesta cuando los cromóforos, dentro de la celulosa, absorben luz azul y violeta, y dispersan grandemente las porciones rojizas y amarillentas del espectro de la luz visible, resultando ello en la coloración amarillenta-amarronada característica.
La metodología no invasiva desarrollada para la ocasión permitirá, a través de sucesivas mediciones en momentos futuros, establecer cuál es el ritmo de degradación del dibujo, y si ha dejado de ser preocupantemente rápido. Otras pinturas antiguas que afrontan problemas del mismo tipo podrán ser evaluadas sin que la propia inspección acarree el riesgo de deteriorar más la obra.