Medicina
Nueva posible terapia para restaurar la visión en algunas personas ciegas
Afectando a personas de todas las edades, la retinitis pigmentosa causa una pérdida gradual de la visión, semejante a la pérdida de píxeles en una cámara digital. La vista se pierde desde la periferia hacia el centro, dejando normalmente a la gente con una merma para vez mayor en su capacidad para orientarse por su entorno. Al final, la persona puede quedar ciega.
La retina contiene varias capas de células. La primera capa alberga células fotorreceptoras, las cuales detectan la luz y la convierten en señales eléctricas. La retinitis pigmentosa y varias otras enfermedades que provocan ceguera son causadas por la pérdida de estas células.
En experimentos recientes, una nueva terapia genética desarrollada por científicos de la Universidad de Pensilvania y la de California en Berkeley, ambas de Estados Unidos, permitió a ratones ciegos recuperar suficiente capacidad de visión como para orientarse por un laberinto acuático tan bien como ratones normales.
En las pruebas con algunos perros realizadas por el equipo de Ehud Isacoff también se ha logrado restaurar una respuesta significativa a la luz en sus retinas. Estos perros fueron seleccionados porque heredaron una enfermedad genética causada por el mismo defecto genético que tienen algunos pacientes con retinitis pigmentosa humana.
Todo ello abre la puerta hacia futuros ensayos clínicos de la terapia en humanos. Entonces los pacientes podrán explicar qué es lo que ven exactamente con esta singular terapia, y se podrá comprobar si la percepción mejora con el paso del tiempo durante el que se aplique el tratamiento. Analizando la conducta de ratones y perros, se puede constatar que captan la luz y que ello les ayuda a orientarse con el sentido de la vista, pero es difícil saber con precisión hasta qué nivel de percepción llega su capacidad visual reactivada.
En ratones normales con células fotorreceptoras funcionales (columna izquierda), la estimulación de la retina produce una amplia gama de respuestas en las células ganglionares retinales. Estas células son en muchos aspectos la salida del ojo en dirección al cerebro dentro del recorrido que hace la información visual que llega del mundo exterior. La riqueza de las respuestas en las células ganglionares retinales se aprecia en la citada columna por el colorido cuadrado de abajo, donde son mostradas las mediciones de la actividad de diferentes células ganglionares retinales en respuesta a una misma estimulación. Los fotoconmutadores insertados dentro de células ganglionares retinales (columna derecha) de ratones ciegos producen una diversidad muy inferior de respuestas; el gran predominio del rojo significa que las células “disparan” su señal al mismo tiempo. En cambio, los ratones ciegos con fotoconmutadores insertados dentro de células bipolares de la retina (columna central) exhiben una diversidad mucho mayor de respuestas retinales a la luz, acercándose más a la riqueza mostrada en la columna izquierda (visión normal) que a la mostrada en la columna derecha (visión obtenida mediante fotoconmutadores insertados dentro de células ganglionares retinales). (Imagen: Isacoff & Flannery / UC Berkeley - Beltran/PennVet)
La terapia emplea un virus para insertar un gen para un canal iónico común dentro de células de la retina normalmente insensibles a la luz y que sobreviven a las células que sí son fotorreceptoras naturales, las conocidas popularmente como conos y bastoncillos, perdidas a consecuencia de enfermedades como la retinitis pigmentosa. Ciertas sustancias químicas que cambian de forma cuando la luz incide en ellas, y a las que se puede describir como fotoconmutadores, son entonces unidas a los canales iónicos para hacer que se abran en respuesta a la luz, activando las células de la retina de un modo que dota al individuo de una cierta sensibilidad a la luz.
Por supuesto, la capacidad visual es mucho más compleja que simplemente detectar de qué dirección viene la luz y si es fija o parpadeante, como a grandes rasgos se hizo en los experimentos. Los bastoncillos están involucrados en la visión nocturna y en la sensación de movimiento. Los conos son responsables de la sensibilidad a los colores, la agudeza visual, la visión diurna y el acomodamiento a la luz brillante. El propio cerebro realiza una importantísima labor procesando señales y ofreciéndonos una reconstrucción vívida y coherente del mundo a nuestro alrededor. Pero en cualquier caso, avances como el logrado en esta investigación son pasos cruciales que no solo pueden mejorar la calidad de vida de personas ciegas o con la vista muy dañada sino también abrir un camino hacia ulteriores avances científicos en este terreno.