Robótica
Robots para asomarse al interior de volcanes
Explorar volcanes es una labor arriesgada. Esa es la razón por la que la vulcanóloga Carolyn Parcheta y el robotista Aaron Parness, ambos del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California, Estados Unidos, están desarrollando robots que pueden meterse en hendeduras a través de las cuales a los humanos nos resultaría imposible pasar. Así, tales robots pueden llegar a sitios vedados para el Ser Humano y ofrecernos nuevas y fascinantes perspectivas científicas sobre estas estructuras geológicas tan inquietantes que son los volcanes.
El proceso exacto por el que un volcán entra en erupción aún presenta bastantes misterios para la ciencia. Hay modelos, pero todos son muy simples. El equipo de Parcheta busca ayudar a hacer más realistas a esos modelos.
Esta línea de investigación será también útil para conocer mejor algunos aspectos de los volcanes extraterrestres. Tanto en la Tierra como en Marte, las fisuras son la estructura física más habitual desde la que surge el magma. Lo mismo resulta probablemente aplicable a los volcanes que estuvieron activos en la Luna, Mercurio, Encélado y Europa, aunque el mecanismo de la erupción volcánica en estos otros cuerpos planetarios, ya sea pasado o presente, es desconocido.
En los últimos años, varias naves de la NASA nos han enviado imágenes increíbles de cuevas, fisuras y lo que parecen chimeneas volcánicas, en Marte y la Luna. Desarrollar tecnología para la exploración robótica de volcanes terrestres es un buen modo de ensayar tecnología que algún día sirva para explorar volcanes de otros mundos.
Parcheta, Parness y Karl Mitchell explotaron este concepto por primera vez el año pasado, usando un robot de dos ruedas al que llamaron VolcanoBot 1. Este robot mide 30 centímetros de, longitud (12 pulgadas) y posee unas ruedas de 17 centímetros (6,7 pulgadas).
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Para sus experimentos en mayo de 2014, descolgaron al VolcanoBot 1 en una fisura, una grieta por la que a veces brota magma, que ahora se halla inactiva en el volcán activo Kilauea, en Hawái.
Encontrar fisuras conservadas y accesibles es poco habitual. Se le encargó al VolcanoBot 1 confeccionar mapas de los recorridos del magma, desde el 5 al 9 de mayo de 2014. Pudo descender hasta profundidades de 25 metros (82 pies) en dos puntos de la fisura, aunque podría haber llegado más abajo si hubiera dispuesto de un cable más largo, ya que no se alcanzó el fondo en ninguno de los descensos.
Parcheta y Parness quieren explorar dentro del Kilauea a mayor profundidad. Para ello, se valdrán de un nuevo robot, llamado VolcanoBot 2, que posee motores y sistemas de comunicaciones eléctricas más robustos, para que se puedan enviar más datos a la superficie.
El VolcanoBot 2 es más pequeño y ligero que su predecesor. Su longitud es de 25 centímetros (10 pulgadas). Su centro de visión puede bascular arriba y abajo, y tiene la habilidad de girar y mirar las estructuras a su alrededor.
Posee una mejor movilidad que el VolcanoBot 1, pese a que sus ruedas miden solo 12 centímetros ó 5 pulgadas.
El VolcanoBot 1 enviaba los datos a la superficie directamente desde dentro de la fisura; en cambio, VolcanoBot 2 los almacenará a bordo. Este último tiene una conexión eléctrica que es más segura y robusta, de modo que los investigadores pueden usar su señal de video en directo, procedente del sensor 3D, para navegar.
El equipo planea probar al VolcanoBot 2 en Kilauea a principios de marzo.





