Psicología
Cambiar de cuerpo para afrontar el problema del racismo desde el lado de la víctima
¿Qué pasaría si, por un momento, tuviéramos el cuerpo de alguien de diferente raza, edad o sexo? ¿Cambiaría eso el modo en que nos valoramos como personas, o la idea, quizá perlada de estereotipos, que tenemos sobre algunos grupos sociales distintos al nuestro? En una nueva y llamativa investigación, unos científicos se han valido de la capacidad que el cerebro tiene de reunir información procedente de diferentes sentidos, para hacer que personas blancas se sintieran como si habitaran en cuerpos de gente negra. Los resultados de tales experimentos de intercambio corporal virtual son interesantes y tienen importantes implicaciones para los intentos de afrontar fenómenos como la discriminación racial.
Las actitudes negativas sobre otros se forman a menudo a temprana edad, y se cree que permanecen relativamente estables a lo largo de la adultez.
En años recientes, sin embargo, Manos Tsakiris de la Royal Holloway (Universidad de Londres), en el Reino Unido, y Mel Slater del University College en la misma ciudad británica y además de la Universidad de Barcelona en Cataluña, España, han desarrollado formas de exponer a sujetos de estudio a ilusiones corporales que inducen a una sensación de propiedad respecto a un cuerpo diferente del suyo, en cuanto a raza, edad o género.
En una investigación reciente, Tsakiris, Slater, Lara Maister y María V. Sánchez Vives han constatado que el intercambio virtual de cuerpos disminuye los prejuicios negativos sobre otros. Concretamente, en los experimentos comprobaron que las personas blancas a las que se les hizo sentir que tenían cuerpos negros disminuyeron sus prejuicios inconscientes contra las personas negras.
Los resultados del estudio abren una interesante línea de investigación acerca de cómo se construye la identidad propia y cómo podrían alterarse las fronteras entre el grupo de “los nuestros” y el de “los otros”. Y, más importante aún, esta línea de investigación podría ayudar a afrontar y prevenir mejor lacras sociales como el racismo, el odio de los seguidores radicales de una religión contra los creyentes de otra, la discriminación por género, y otros problemas análogos.