Entomología
Animales que se adaptaron a una nueva y especializada dieta gracias a microbios que se instalaron en su interior
Los insectos son el grupo de animales más diverso sobre la Tierra. Muchos se alimentan de plantas, y se ven constantemente afectados por las diversas defensas directas e indirectas que esgrimen estas, así como por su desequilibrada composición en nutrientes. Como respuesta, los insectos evolucionan constantemente hacia diferentes adaptaciones de comportamiento, morfológicas y bioquímicas, para superar dichas defensas vegetales. Además, algunas especies dependen de microbios simbióticos para lidiar con los desafíos nutricionales de las plantas.
Estos microbios simbióticos son conocidos habitualmente por proporcionar, a sus insectos anfitriones, nutrientes que faltan en los alimentos que toman, y en algunos casos ayudan también a neutralizar las toxinas vegetales. Entre estos insectos tan beneficiados están los de la familia Pyrrhocoridae, que se alimentan de semillas de plantas del orden Malvales. Dichas semillas son ricas en sustancias tóxicas y pobres en nutrientes esenciales. Como resultado de ello, relativamente pocas especies de insectos herbívoros dependen de estas semillas como fuente de alimento.
Estudios anteriores han mostrado que los insectos europeos de la especie Pyrrhocoris apterus albergan en su intestino microbios que son esenciales para su desarrollo adecuado. Sin embargo, no se sabía si estos microbios intestinales están presentes en otras especies semejantes y si su adquisición permitió a estos insectos pasar de su fuente de alimento ancestral al nicho ecológico que ofrece el consumo de plantas del orden Malvales.
Los insectos que pertenecen a la familia Pyrrhocoridae, como el de la especie Dysdercus cingulatus mostrado en la imagen, son capaces de utilizar las semillas de las plantas del orden Malvales como fuente de alimento con la ayuda de su microbiota simbiótica intestinal. (Foto: Martin Kaltenpoth, Instituto Max Planck para la Ecología Química)
Ahora, el equipo de Sailendharan Sudakaran, del Instituto Max Planck para la Ecología Química en Jena, Alemania, ha encontrado que la adquisición de un grupo de simbiontes bacterianos, que en la actualidad están acomodados en el intestino, permitió a un grupo de insectos explotar con éxito una fuente de alimentos que era previamente inaccesible para ellos, y eso les condujo a la diversificación dentro de este nuevo nicho ecológico.
Además, según los análisis filogenéticos, la asociación entre estos insectos y su microbiota interna comenzó hace unos 81 millones de años (a finales del Cretácico), lo que coincidió con la aparición de sus plantas anfitrionas, las del orden Malvales. La adquisición de la microbiota interna asociada al intestino permitió aparentemente a esos insectos superar con éxito las defensas de las plantas y lidiar con las carencias nutricionales de la comida vegetal obtenida de ellas, posibilitando así el uso de las semillas de plantas del orden Malvales como recurso alimenticio.