Virología
Logran “resucitar” un virus antiguo utilizable para terapias genéticas
Unos investigadores han reconstruido un primitivo virus que es muy efectivo a la hora de suministrar terapias genéticas al hígado, músculos y retina. Este avance podría ser utilizado para diseñar terapias genéticas que sean más seguras y más potentes que las actualmente disponibles.
Debido a su naturaleza básica, un virus puede ser un sistema ideal de suministro para la terapia genética. A fin de poder sobrevivir, un virus debe infiltrarse sin ser detectado en un organismo anfitrión y transferir su material genético a las células de este, las cuales utilizará para reproducirse y proliferar. Aprovechándose de este comportamiento innato, los investigadores pueden insertar genes terapéuticos en un virus, y después dejar que estos trasladen los genes a las células o tejidos de interés dentro de un cuerpo humano.
Hasta ahora, los virus de un tipo utilizado para la terapia genética (virus adeno-asociados) habían sido elegidos entre los que circulan de forma natural entre la población humana. El problema es que si los pacientes han estado expuestos a un virus, es probable que sus cuerpos lo reconozcan y pongan en marcha un ataque, destruyéndolo antes de que puedan suministrar la terapia.
Modificar virus benignos a fin de que resulten irreconocibles para el sistema inmunitario, puede incrementar el número de personas para las cuales una terapia genética determinada funcionará.
Sin embargo, los esfuerzos por modificar y mejorar la acción de los virus adeno-asociados para terapias genéticas se han visto obstaculizados por la estructura intrincada de estos virus. Como piezas de un rompecabezas, cada proteína en la carcasa o cápside del virus debe encajar perfectamente para que este funcione con normalidad. Alterar las proteínas en una parte del virus para alcanzar un cierto beneficio, como una transferencia genética más eficiente, o una menor detección por parte de las células inmunitarias del anfitrión, puede acabar destruyendo la integridad estructural de toda la cápside.
Para superar este problema, unos científicos del Hospital del Ojo y el Oído de Massachusetts, y el Instituto Schepens de Investigación Ocular (adscrito a la Universidad Harvard), todas estas instituciones en Estados Unidos, han procurado usar como guía a la historia evolutiva. Con el paso del tiempo, los ancestros de los virus adeno-asociados experimentaron una serie de cambios que alteraron algunas de sus funciones, y pese a ello se ha mantenido la integridad estructural del virus.
El equipo de Luk H. Vandenberghe pudo recrear una cronología de esos cambios y construir en el laboratorio nuevos virus ancestrales sintéticos. Cuando fueron inyectados en ratones, el tipo más antiguo, Anc80, actuó con éxito en el hígado, los músculos y la retina, sin producir efectos secundarios nocivos.