Biología
El efecto de los ácidos grasos omega-3 no es el mismo en los nativos de Groenlandia que en el resto de gente
La dieta tradicional de los nativos de Groenlandia, los inuit (también referidos como esquimales), se ha venido considerando como un buen ejemplo de cómo los niveles altos de ácidos grasos omega-3 pueden contrarrestar los malos efectos para la salud de una dieta alta en grasas, pero un nuevo estudio indica que lo que funciona bien para los inuit podría no hacerlo para el resto de la gente.
El estudio, llevado a cabo por el equipo de Rasmus Nielsen, de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos, y Matteo Fumagalli, del University College en Londres, Reino Unido, muestra que los inuit y sus antepasados siberianos poseen mutaciones especiales en los genes implicados en el metabolismo de la grasa que les ayudan a contrarrestar parcialmente los efectos nocivos de una dieta alta en grasas de mamíferos marinos, principalmente focas y ballenas que comen peces con niveles altos de ácidos grasos poliinsaturados omega-3.
Esas mutaciones genéticas, encontradas en casi el 100 por cien de los inuit, se hallan en apenas un 2 por ciento de los europeos y en un 15 por ciento de los individuos de la etnia Han de China, lo que parece demostrar que todos estos sintetizan ácidos grados poliinsaturados omega-3 de forma diferente a como lo hacen los inuit.
El énfasis original sobre los efectos positivos del aceite de pescado y los omega-3 vino de estudios sobre los inuit: a pesar de su dieta tradicional, rica en grasa de mamíferos marinos, los inuit parecían bastante sanos, con una baja incidencia de enfermedades cardiovasculares, así que la conclusión fue que el aceite de pescado debe tener efectos protectores. Ahora, el equipo de Nielsen ha encontrado que los inuit tienen adaptaciones genéticas únicas a su dieta, así que no podemos extrapolar por completo las conclusiones obtenidas de ellos a otras poblaciones. Puede ser muy bueno para los inuit comer tanta cantidad de esos ácidos grasos omega-3, pero no necesariamente lo es para el resto de nosotros.
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Estas mutaciones genéticas en los inuit tienen efectos más amplios. También disminuyen el colesterol LDL (popularmente conocido como "colesterol malo") y regulan beneficiosamente los niveles de insulina, protegiendo presumiblemente contra las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.
Las mutaciones parecen tener una antigüedad de al menos 20.000 años, y podrían haber ayudado a muchos grupos de humanos a adaptarse a dietas propias de cazadores-recolectores, caracterizadas por elevados porcentajes de carne y grasa, obtenidas de grandes mamíferos terrestres y marinos, y poseedores de niveles altos de ciertos tipos de ácidos grasos omega-3 y omega-6. Las mutaciones podrían haber surgido entre los siberianos originales. Los siberianos llevan viviendo en el Ártico desde hace más de 20.000 años, y llegaron a Groenlandia cuando los inuit se establecieron allí hace unos 1.000 años.


