Climatología
Metano, ozono y aerosoles contaminantes, los grandes olvidados en la lucha contra el efecto invernadero
El metano, el ozono (nocivo a baja altura) y ciertos aerosoles (partículas diminutas nocivas) permanecen en la atmósfera durante un tiempo más corto que el dióxido de carbono (CO2), pero pueden afectar tanto al clima como a la calidad del aire. Sin embargo, las políticas medioambientales tienden a separar las dos cuestiones, con medidas que luchan contra la polución del aire pero que no siempre traen beneficios climáticos, y viceversa.
Un nuevo estudio realizado por un equipo internacional de científicos y dedicado a esas sustancias contaminantes de presencia breve revela medidas que podrían poner en marcha los gobiernos de las naciones para mejorar sustancialmente la calidad del aire así como para luchar contra el cambio climático.
En la Unión Europea, la reducción en la esperanza de vida a causa de la polución del aire fue de 7,5 meses en 2010, y la legislación ya en marcha para mejorar la calidad del aire busca reducir esta pérdida hasta 5,2 meses hacia 2030. Las nuevas medidas identificadas en el reciente estudio, orientadas a mitigar la acción de los citados agentes contaminantes de presencia breve, podrían aumentar la calidad del aire y reducir la pérdida de esperanza de vida todavía más: en un mes en Europa, en unos dos meses en China y en un año en la India.
Las nuevas medidas de atenuación propuestas por el equipo de Andreas Stohl en el Instituto Noruego de Investigación del Aire también traerían beneficios climáticos, reduciendo las temperaturas en unos 0,22°C hacia 2050, con respecto a un escenario sin la aplicación de estas medidas. La reducción del calentamiento en el Ártico sería incluso mayor, cercana a medio grado, mientras que en el sur de Europa las medidas no solo reducirían las temperaturas sino que además incrementarían las precipitaciones en unos 15 mm por año, o aproximadamente un 4% de la precipitación total. Esto podría ayudar a aliviar la sequía pronosticada para el futuro, así como la falta de agua en diversas zonas de la región mediterránea.
Los resultados de la investigación se han publicado en la revista académica Atmospheric Chemistry and Physics, editada por la EGU (European Geosciences Union).