Zoología
Ojos duros como corazas
Normalmente es imposible tener las dos cosas al mismo tiempo: si deseamos una protección física máxima, ya sea frente a depredadores que muerden o ante obuses que explotan, protegernos con corazas todo el cuerpo, cabeza incluida, nos ayuda, pero ello acarrea una mayor dificultad para ver nuestro entorno. Sin embargo, ciertas criaturas que viven en el mar llamadas quitones han encontrado una forma de evitar el problema: ojos diminutos incrustados en sus duros caparazones protectores, cuyos cristalinos están hechos del mismo material cerámico que el resto de sus conchas y son igual de duros pese a ser transparentes. Dicho de forma simple, sus sistemas ópticos son tan duros como sus caparazones.
Estos ojos acorazados podrían servir de un modelo para una nueva generación de cascos protectores para policías, soldados y en general cualquier obrero que trabaja en labores o entornos peligrosos. Así lo cree el equipo de Christine Ortiz, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, que ha analizado la estructura y propiedades de estos sistemas ópticos singularmente duros.
Estos quitones, de una especie llamada Acanthopleura granulata, tienen cientos de ojos diminutos tachonando la superficie de sus duras conchas. Los investigadores han demostrado que se trata de verdaderos ojos, capaces de formar imágenes enfocadas. También han comprobado que, a diferencia de casi todos los demás ojos del reino animal, que están hechos principalmente de proteínas, estos lo están de aragonita, el mismo mineral cerámico clave del resto del caparazón de las criaturas.
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Imagen ampliada de parte del caparazón de un quitón (Acanthopleura granulata), en la que se aprecian los dos tipos de órganos sensoriales que cubren su superficie. Los ojos son los bultos negros con centros brillantes. La función exacta de los otros órganos sensoriales (pequeños bultos con centros negros) se desconoce aún. (Foto: cortesía de los investigadores)
Estos ojos basados en un mineral permiten al animal ver su entorno y al mismo tiempo protegerse con su caparazón acorazado. La mayor parte de este caparazón es opaco, y solo los ojos son transparentes.
A diferencia de lo que ocurre con la composición de la mayoría de los moluscos, los caparazones de los quitones están hechos de ocho placas superpuestas, que les permiten una cierta flexibilidad. Las pequeñas criaturas, parecidas a los trilobites prehistóricos, se encuentran en muchas partes del mundo, pero reciben poca atención porque se parecen mucho a las rocas a las que se adhieren, pasando desapercibidos para buena parte de los observadores.



