Paleontología
Raro insecto fósil parecido a una mariposa
Una investigación revela un caso raro de evolución convergente y de coevolución planta-insecto, que ilustra la complejidad de los ecosistemas de hace entre 165 y 125 millones de años.
Los grandes insectos parecidos a mariposas, de la especie Oregramma illecebrosa, que revolotearon a lo largo y ancho de los bosques eurasiáticos de helechos y cícadas durante el periodo Mesozoico, han estado extintos durante más de 120 millones de años. Pero con unos nuevos análisis de fósiles, unos científicos del Museo Nacional de Historia Natural, dependiente del Instituto Smithsoniano, en Estados Unidos, han descubierto que estas primitivas crisopas eran sorprendentemente similares a las mariposas modernas, que no aparecieron en la Tierra hasta transcurridos 50 millones de años.
A través de estudios taxonómicos, anatómicos y geoquímicos, los científicos encabezados por el paleoecólogo Conrad Labandeira han llegado a la conclusión de que la especie Oregramma illecebrosa sirvió como un importante polinizador durante la época intermedia del periodo Mesozoico, usando partes de la boca que eran increíblemente parecidas a las estructuras alargadas y tubulares que las mariposas modernas tienen para sorber fluidos de las plantas con flores. Y aún más, sus alas presentaban patrones con forma de ojo que se asemejan mucho a los que se encuentran en algunas mariposas hoy en día. Estos patrones pudieron ayudarles a distraer o disuadir a potenciales depredadores.
Lo descubierto por Labandeira y sus colegas, un equipo internacional de geoquímicos, botánicos, entomólogos y paleobiólogos, representa un ejemplo impresionante de evolución convergente entre estos dos linajes no emparentados, evolutivamente, en el que los dos grupos distintos de organismos desarrollaron rasgos similares a medida que interaccionaban con estructuras parecidas en sus entornos.
![[Img #33780]](upload/img/periodico/img_33780.jpg)
Los paleobiólogos han sabido desde hace más de 100 años que la especie Oregramma illecebrosa vivió en Eurasia durante el Mesozoico. Pero la forma exacta de estos insectos ha sido en muchos aspectos un enigma, hasta el reciente descubrimiento de fósiles bien conservados en dos lugares del nordeste de China. Gracias a los extensos lagos que limitaron la exposición al oxígeno en estas áreas durante el Jurásico medio y hasta principios del Cretácico, los paleontólogos han podido recuperar fósiles exquisitamente conservados que mantienen buena parte de su estructura original.



