Astrofísica
Más misterio sobre un fenómeno generador de ondas gravitacionales
En 14 de septiembre del año pasado, ondas gravitacionales viajando durante más de 1.000 millones de años hicieron temblar ligeramente el espacio-tiempo en las inmediaciones de la Tierra. La perturbación, producida por una pareja de agujeros negros fusionándose, fue captada desde las instalaciones del observatorio LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory) en Hanford, Washington, y en Livingston, Luisiana, en Estados Unidos. Este evento marcó la primera detección de ondas gravitatorias en la historia y ha abierto una nueva ventana científica hacia el funcionamiento de los mecanismos que dan forma al universo.
Menos de medio segundo más tarde, el instrumento GBM (Gamma-ray Burst Monitor) en el Telescopio Espacial Fermi de Rayos Gamma, de la NASA, captó una breve y débil ráfaga de luz de alta energía, procedente de la misma parte del cielo. Los análisis de esta ráfaga sugieren apenas una probabilidad del 0,2 por ciento de que se tratase de una superposición aleatoria, desde la perspectiva de la Tierra, de dos fuentes distintas y alejadas la una de la otra, sin relación alguna entre ellas. Dicho de otro modo, todo apunta a que ambos fenómenos forman parte de un mismo suceso y provienen de una misma fuente.
Las ondas gravitacionales, comparables en algunos aspectos a ondulaciones o "arrugas" transitorias en el espacio-tiempo, se propagan por el espacio a la velocidad de la luz, de modo que tiene sentido que llegasen a la Tierra casi al mismo tiempo que los rayos citados.
Si se confirma que esa ráfaga de rayos gamma surgió de la fusión de los agujeros negros, esto daría un vuelco a una parte importante de la astrofísica actual, porque se ha venido asumiendo que una fusión entre objetos de esa clase es “limpia”, o sea que no produce ningún tipo de luz.
Se trata pues de un descubrimiento muy interesante, con una baja probabilidad de ser una falsa alarma, pero antes de que debamos empezar a rescribir los libros de texto, necesitaremos ver más estallidos asociados con ondas gravitatorias procedentes de fusiones de agujeros negros, tal como advierte Valerie Connaughton, miembro del equipo científico del instrumento GBM.
No se esperaba que las fusiones de agujeros negros emitiesen señales significativas de rayos X o gamma porque se necesita gas orbitando a su alrededor para generar luz. Los teóricos creían que cualquier gas alrededor de dos agujeros negros cercanos el uno al otro sería eliminado del espacio mucho antes de la colisión. Por esta razón, algunos astrónomos creen que el estallido detectado por el GBM debe ser una coincidencia y no algo relacionado con la emisión de ondas gravitatorias. Otros expertos han desarrollado escenarios alternativos donde unos agujeros negros que se fusionan podrían crear emisiones de rayos gamma observables. Se necesitarán detecciones adicionales para clarificar lo que realmente ocurre en un choque entre agujeros negros.