Astronáutica
Destrucción preventiva de asteroides
Unos científicos están ideando medidas para proteger la Tierra de cuerpos celestes potencialmente peligrosos. Con la ayuda del superordenador SKIF Cyberia, el equipo de Tatiana Galushina, investigadora en la Universidad Estatal de Tomsk (TSU) de Rusia, ha determinado cómo debería ser la explosión nuclear provocada en un asteroide de 200 metros de diámetro para que sus fragmentos no cayesen a la Tierra.
Hacer estallar un asteroide mediante una explosión nuclear es un modo extremo de protegerse del peligro de un posible impacto del astro contra la Tierra, pero Galushina y sus colegas argumentan que es razonable recurrir a esta vía tan violenta en caso de que sea imposible librarse con suavidad de un objeto capaz de colisionar con nuestro planeta, y también para eliminar uno que esté pasando muy cerca de la Tierra repetidas veces.
Previamente, como medida preventiva, se propuso eliminar el asteroide durante su aproximación a nuestro planeta, pero esto podría tener consecuencias catastróficas: una caída sobre la Tierra de la mayoría de los fragmentos.
Los científicos de la Universidad Estatal de Tomsk, junto con colegas de otros centros de investigación, han ofrecido una solución a este problema. Se sabe que la mayoría de los objetos peligrosos pasan cerca de la Tierra varias veces antes de la colisión. Por tanto, existe la posibilidad de hacer estallar al asteroide en el momento en que se encuentra más lejos del planeta. Esta medida será mucho más efectiva y segura.
Como blanco potencial para el modelado informático se tomó un cuerpo celeste con un diámetro de 200 metros, parecido al asteroide Apofis, que en 2029 se acercará a la Tierra a una distancia de solo 38.000 kilómetros, una décima parte de la distancia que nos separa de la Luna. Los cálculos han mostrado que para la destrucción del objeto deberá producirse el estallido de un dispositivo nuclear con una potencia explosiva de un megatón, la que poseen algunos misiles nucleares. En este caso, parte del asteroide se convierte en gas y en gotas líquidas, y parte de él se fragmenta en trozos sólidos no mayores de 10 metros. Este nivel de devastación, así como la distancia y trayectoria adecuadas del asteroide, ofrecen un buen nivel de seguridad para la Tierra.
Dado que, en este plan de ataque, el cohete con cabeza nuclear llega por detrás hasta el asteroide, casi todos los fragmentos tras la destrucción avanzarán hacia delante. En este caso, la órbita de estos será notablemente diferente de la del asteroide. Durante 10 años después de la explosión, un número insignificante de fragmentos caerá sobre la Tierra. La radiactividad del material liberado por la explosión se reducirá considerablemente durante este tiempo, y después de unos pocos años no supondrá ningún peligro.
Vale la pena añadir que las explosiones nucleares en el espacio están prohibidas por un tratado internacional, pero en el caso de una amenaza real para la humanidad seguramente se haga una excepción a esta regla.