Viernes, 24 de Octubre de 2025

Actualizada Viernes, 24 de Octubre de 2025 a las 08:31:13 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Jueves, 15 de Septiembre de 2016
Astronáutica

Gran Enciclopedia de la Astronáutica (457): Animales en el espacio

Animales en el espacio

 

Biología

 

Los pioneros de la investigación espacial siempre apostaron por la presencia humana en el exterior de la Tierra, como una lógica prolongación de los programas de exploración que el Hombre ha llevado a cabo desde siempre. Sin embargo, pronto resultó evidente que el entorno espacial es agresivo para la vida, y a menudo demasiado peligroso. El envío de satélites y sondas automáticas resolvió este problema, pero a pesar de todo los viajes tripulados han acabado fructificando por diversas razones, incluyendo las de prestigio, las científicas o las militares, entre otras.

 

Así pues, si debíamos volar alguna vez al espacio, sería necesario estudiar antes cómo afectaba este a los seres vivos. Y para lograrlo, nada mejor que enviar animales, plantas o seres microscópicos a bordo de cohetes y naves espaciales, que permitiesen comprobar qué implica estar sometido a grandes aceleraciones, extremos térmicos, microgravedad o radiaciones peligrosas.

 

En el caso particular de los animales, algunos de ellos serían especialmente indicados, como los perros o los primates. Gracias a ellos fue posible iniciar el envío de astronautas al espacio, y llevar a término gestas como el alunizaje tripulado. Posteriormente, los animales continuarían siendo útiles para la investigación científica, y han seguido teniendo una presencia importante fuera de la Tierra.

 

Todo empezó en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando un genio como el alemán Wernher von Braun ya realizó experimentos con animales en su juventud para intentar simular lo que experimentaría un ser vivo sometido a las grandes aceleraciones de los futuros cohetes.

 

Von Braun y la VfR, la asociación en la que se curtirían tantos especialistas en cohetería, desarrollaron algunos de los primeros cohetes que merecerían recibir ese nombre. Cuando sus habilidades técnicas y disponibilidad económica alcanzaron su límite, buscaron ayuda en el Ejército. De esta alianza nacerían los primeros cohetes de la serie A, que culminó con el A-4, el futuro V-2. En las postrimerías de la Gran Guerra, von Braun y su equipo de científicos se rindieron a los estadounidenses, y con ellos viajaron en 1945 a América gran cantidad de documentación y más de 60 misiles V-2 completos y piezas diversas. Todos esos cohetes serían lanzados durante los próximos años, para que los ingenieros norteamericanos asimilaran la tecnología y pudieran desarrollar otros misiles más avanzados.

 

En la URSS ocurrió algo parecido. Se capturaron algunos misiles V-2 y se requirió la ayuda de algunos científicos alemanes que se habían rendido a las tropas soviéticas.

 

Así, el 16 de abril de 1946 se lanzaba el primer V-2 desde suelo estadounidense, y el 30 de octubre de 1947 ocurría lo mismo desde la URSS.

 

Durante los siguientes meses, se lanzaron muchos V-2 capturados. Algunos fueron modificados para pruebas tecnológicas, y otros fueron adaptados para llevar a cabo experimentos científicos, debido a su capacidad de ascenso en la alta atmósfera. Los estadounidenses iniciaron, en este sentido, el proyecto Blossom, el primero de cuyos vuelos ocurrió el 20 de febrero de 1947. Estos vehículos disponían de una ojiva capaz de separarse y, dotada de paracaídas, de ser recuperada. Muy pronto se decidió que algunas de las misiones llevaran animales a bordo. Los ingenieros de Holloman diseñaron pequeños compartimentos en los que pudiera introducirse a un mono. La iniciativa se llamó proyecto Albert, y supuso la selección de pequeños primates a los que se entrenaba previamente. El primer vuelo de este tipo (Albert I, Blossom III) implicó embarcar un mono rhesus. Sin embargo, el animal dejó de mostrar señales de vida antes del despegue. La V-2 fue lanzada de todas formas el 11 de junio de 1948, pero el paracaídas se rompió y la cápsula se estrelló, matando al mono si no lo estaba ya antes de la partida.

 

A pesar de la decepción, el proyecto Albert seguiría adelante y acabaría teniendo éxito, demostrando que si un pariente del Hombre podía resistir un vuelo espacial, también este último podría hacerlo. El 8 de diciembre de 1949 voló el último mono en una V-2 (Albert IV).

 

Estos animales viajaban completamente atados, sin capacidad de movimiento, y anestesiados para que no sufrieran. Así pues, a continuación se intentaría un vuelo con un ratón con libertad de movimientos. Este ocurrió el 31 de agosto de 1950, en el último V-2 dedicado a experimentos biológicos, si bien el paracaídas falló y el impacto mató al ratón.

 

Una vez agotados los misiles V-2 capturados, las siguientes pruebas con animales deberían trasladarse a otros cohetes. El elegido sería el cohete sonda Aerobee. El 18 de abril de 1951, uno de ellos (Aeromed-1)  transportó un mono hasta 57 Km de altitud. El animal no pudo ser recuperado debido a un nuevo fallo del paracaídas, pero en esta ocasión su cápsula tenía equipos para transmitir información fisiológica. Otro Aerobee (Aeromed-2) voló el 20 de septiembre, con otro mono y 11 ratones. Los ratones fueron divididos en dos grupos para exponerlos a los rayos cósmicos y para ver su comportamiento en ingravidez. En esta ocasión la cápsula fue recuperada, pero tarde, y algunos de los ratones, así como el mono, murieron por el calor en el desierto de New Mexico.

 

Para entonces los científicos ya tenían claro que estos animales podían viajar al espacio y no experimentar problemas que los incapacitasen. El tercer y último Aerobee en este programa de estudios biológicos despegó el 21 de mayo de 1952, con dos macacos a bordo (Patricia y Michael) y dos ratones (Mildred y Albert). Los dos primeros llevarían máscaras de oxígeno y equipos captadores de información fisiológica, además de estar sentados en posiciones diferentes para comprobar la mejor postura para el ascenso. Unos y otros experimentaron 15 segundos de ingravidez, demostrando que la falta de gravedad no perjudicaba sus sistemas biológicos esenciales.

 

En la URSS se realizaron ensayos equivalentes. Su copia de la V-2, llamada R-1, sería a su vez modificada para vuelos científicos, y dos modelos en particular, el R-1V y el R-1B, llevarían una cápsula o contenedor recuperable. En cuanto al tipo de animales a transportar, en diciembre de 1950 se decidió optar por los perros, utilizados habitualmente por los investigadores soviéticos. Serían perros jóvenes y dóciles, los cuales serían entrenados para que aprendieran a soportar encontrarse dentro de una cápsula. Una cámara filmaría su comportamiento.

 

El primer vuelo biológico soviético se realizó el 22 de julio de 1951, desde Kapustin Yar, e incluyó a los perros Tsygan y Dezik. El vuelo se desarrolló perfectamente y los pequeños tripulantes sobrevivieron al aterrizaje. La información obtenida probaría ser muy útil para los médicos. Dezik volvió a volar unos pocos días después, con la perra Lisa, pero su paracaídas no funcionó y ambos murieron. Debido a su valor histórico, Tsygan fue retirado del servicio.

 

A pesar de todo, continuarían haciéndose vuelos con perros durante el verano de 1951. Se totalizaron seis misiones con la participación de nueve canes, cuatro de los cuales murieron. Su cohete les proporcionó hasta 3 minutos de ingravidez y altitudes de unos 100 Km.

 

Concluida esta serie, se empezó a trabajar en una segunda, que se emprendería en julio de 1954 y duraría dos años, con cohetes R-1D y R-1Ye. Los contenedores fueron mejorados, y dejando de estar sellados, los animales volarían con trajes espaciales. Además, las cápsulas serían eyectadas y serían recuperadas independientemente de la ojiva del cohete. Los vuelos irían en general bien y confirmarían resultados previos.

 

La siguiente serie sería aún más ambiciosa, ya que utilizaría a partir de 1956 el nuevo cohete R-5A y debía incorporar progresivamente a humanos a bordo. Esto no llegaría a ocurrir, pero para preparar el programa se lanzarían varios vuelos con cohetes R-2A que duplicarían la altitud de sus predecesores y por tanto prolongarían el tiempo de ingravidez. La mayor capacidad del vector permitió utilizar una cápsula más grande.

 

El primer R-2A con los perros Ryzhata y Damka despegó el 16 de mayo de 1957. Seguirían otros cuatro vuelos (hasta el 31 de agosto), con sólo el segundo acabando en accidente (murieron Ryzhata y Dzhoyna). Las mayores aceleraciones experimentadas se tradujeron en algunas hemorragias.

 

Tras el éxito del Sputnik, en octubre, se decidió incluir un perro en una misión orbital. La famosa Laika haría historia durante el Sputnik-2, en noviembre. Para preparar la misión, se utilizó un contenedor como los utilizados hasta entonces, y se le unió a una copia del primer Sputnik (PS), lo que permitió improvisar rápidamente la iniciativa, requerida desde las altas instancias gubernamentales. Laika murió en órbita porque no estaba prevista su recuperación, y porque experimentó más calor del previsto. No obstante, su comportamiento abrió la puerta a los futuros cosmonautas.

 

[Img #38553]

 

La perrita Laika. (Foto: NASA)

 

Mientras, seguirían volando otros perros en cohetes R-2A, y posteriormente en el más potente R-5A. Este último permitiría alcanzar altitudes de casi 500 Km y períodos de ingravidez de 9 minutos, lo que supondría obtener una muy valiosa información para los futuros vuelos tripulados. Además de perros, se utilizaron conejos, como el 15 de junio de 1960. Todo estaba casi a punto para el viaje de Yuri Gagarin.

 

Mientras, en Alemania, la nueva Sociedad Alemana de los Cohetes diseñó varios tipos de cohetes experimentales. El 16 de septiembre de 1961, un cohete Kumulus transportó una salamandra a bordo, y otro hizo lo propio con un pez llamado Max, que acabó estrellándose.

 

En Estados Unidos, y también en preparación de los primeros vuelos tripulados, volvían a prepararse monos para misiones espaciales. En este caso se incluyeron chimpancés, más parecidos al Hombre. Pero las próximas misiones con animales a bordo estarían protagonizadas por ratones. El proyecto MIA implicó la utilización de cohetes Thor-Able en pruebas de reentrada atmosférica que además incluyeron la presencia de estos animales. Se lanzaron los días 23 de abril, 9 y 23 de julio de 1958, y cada cohete llevó una pequeña cápsula con los ratones Minnie, Laska y Wikie. El primero explotó, y los otros dos sí consiguieron sus objetivos, si bien su ojiva no fue encontrada. La información biológica obtenida procedió de la telemetría.

 

La próxima iniciativa estadounidense implicaría llevar a un pequeño monito llamado Gordo, equipado con un traje, en una cápsula instalada sobre un misil Jupiter. El lanzamiento (Bioflight-1) se realizó el 13 de diciembre de 1958. No pudo ser recuperado, aunque de nuevo los datos telemétricos fueron muy valiosos, ya que demostraban que había soportado perfectamente la desaceleración de la reentrada.

 

La siguiente misión la protagonizarían los monos Able y Baker, situados en cápsulas separadas sobre otro misil Jupiter. Partieron de Cabo Cañaveral el 28 de mayo de 1959 (Bioflight-2), y fueron recuperados sin dificultades. Able murió durante el examen en la Tierra, mientras Baker (Miss Baker) se convirtió en un animal muy popular.

 

[Img #38554]

 

El mono Gordo. (Foto: NASA)

 

Concluida esta serie inicial, los científicos debían empezar a ensayar las cápsulas que transportarían humanos a bordo, tanto en la URSS (Vostok) como en EEUU (Mercury). Estos vehículos serían lanzados repetidamente en vuelos de prueba, y algunos de ellos llevaron animales a bordo para demostrar el buen funcionamiento de sus sistemas de soporte vital.

 

Así ocurrió con el mono Sam, que despegó el 4 de diciembre de 1959 dentro de una cápsula Mercury unida a un cohete Little Joe (LJ-2) para demostrar el uso de la torre de emergencia. El animal fue recuperado en el mar, sano y salvo. Sam fue seguido por Miss Sam en la misión LJ-1B, el 21 de enero de 1960.

 

Paralelamente, los militares estadounidenses estaban poniendo a punto su programa espía Corona, que implicaba la recuperación de una cápsula con el material fotográfico obtenido. Para camuflar esta actividad, el programa se bautizó públicamente como Discoverer, y para justificar la presencia de una cápsula se incluyeron a bordo experimentos científicos. Así, el Discoverer-3 despegó el 3 de junio de 1959, y llevó a bordo cuatro ratones, si bien parece que estos murieron de calor en la rampa de salida. La cápsula no sería recuperada, ya que el lanzamiento resultó ser un fracaso. A pesar del problema, empezaron a programarse vuelos Discoverer con monos a bordo. Pero antes habría que recuperar una de las cápsulas, y eso no ocurrió hasta el Discoverer-13, que despegó el 10 de agosto de 1960. Mientras, se entrenaron varias decenas de monos, pero el programa acabó siendo cancelado. Con el Discoverer habiendo demostrado que podía recuperar su valiosa cápsula, muy pronto sería considerado secreto y alejado de las iniciativas civiles, si bien algunas de sus misiones incluyeron alguna vez muestras biológicas.

 

Otro programa militar de espionaje orbital, el Samos, disponía de una cápsula recuperable, y aspiraba algún día a constituir una alternativa a la Mercury civil. Para demostrar su viabilidad se propuso modificar una de estas cápsulas E-5 para llevar a bordo chimpancés. Experimentando sus propios problemas, la iniciativa nunca llegaría a hacerse realidad.

 

Otras misiones aprovecharon circunstancias especiales para incluir animales en su carga útil. El lanzamiento de un misil Atlas-D, el 13 de octubre de 1960, supuso la inclusión de tres ratones (Sally, Amy y Moe), uno de los cuales estaba cubierto por sensores. Fueron recuperados y emparejados para comprobar si la radiación cósmica podía tener efectos en la descendencia.

 

En la URSS, como en Florida, sería necesario probar la nueva cápsula Vostok antes de la inclusión del primer cosmonauta, así que se lanzarían varias misiones (Korabl-Sputnik) de prueba. El 28 de julio de 1960, los perros Chaika y Lisichka murieron debido a la explosión de su cohete. En cambio, el 19 de agosto, Belka y Strelka alcanzaron la órbita de la Tierra, y fueron recuperados al día siguiente en perfecto estado de forma, algo que Laika jamás pudo hacer. La siguiente misión Korabl-Sputnik llevó a Pchelka y Mushka, además de cobayas, ratones y moscas, y se inició el 1 de diciembre. Debido a un problema en el procedimiento de reentrada, los controladores decidieron destruir el vehículo para evitar que cayera en manos ajenas. El 22 de diciembre, otro Korabl-Sputnik fracasó en el lanzamiento y se perdieron sus pasajeros. El 9 de marzo de 1961 volaba el perro Chernushka, junto a ratones, cobayas, y varios reptiles. Y el 25 de marzo, lo hacía Zvezdochka, en la última misión previa al Vostok-1 y Gagarin.

 

[Img #38555]

 

Belka y Strelka. (Foto: NASA)

 

Mucho más adelante, en preparación de una misión de larga duración con una cápsula Voskhod, los soviéticos lanzaron el 22 de febrero de 1966 a los perros Veterok y Ugolyok, que permanecieron 25 días en el espacio. Debían demostrar que podía resistir bien el entorno de radiación espacial durante todo ese tiempo. Fueron recuperados, pero ningún humano llevaría cabo esa misión.

 

La URSS y los EEUU no serían los únicos países que enviarían animales a gran altitud. Francia inició su propio programa experimental gracias a sus cohetes Veronique. Su poca potencia, sin embargo, implicaba el uso de animales de pequeño tamaño. El 20 de febrero de 1961, uno de ellos despegó con la rata Hector a bordo, la cual fue recuperada viva. Otra rata (Castor) hizo el mismo viaje el 15 de octubre de 1962. Tres días después, siguió su camino la rata Pollux. Estos dos últimos casos acabaron mal para los pasajeros.

 

Francia aumentó la complejidad de su programa con el lanzamiento de una gata (Felicette) el 18 de octubre de 1963, en otro Veronique, y el día 24 del mismo mes voló otro gato, cuyo cohete se estrelló. Mucho después, el 7 de marzo de 1967, el país empezaría a utilizar monos, con el lanzamiento de uno llamado Martine a bordo de un cohete Vesta, más potente, el cual fue recuperado con éxito. El 13 de marzo le siguió otro mono, Pierrette, que partió sin novedad desde Hammaguir.

 

También Polonia lanzó animales al espacio. Lo hizo con su cohete sonda RM-2D, el cual el 10 de abril de 1961 transportó a dos ratones que fueron recuperados en su cápsula tras descender en paracaídas.

 

De nuevo en Estados Unidos, la NASA continuó llevando a cabo vuelos de ensayo de su cápsula Mercury, ahora con los cohetes que se usarían para el programa tripulado.  Así, el 31 de enero de 1961 se lanzó la misión MR-2, durante la cual un cohete Redstone situó en una ruta suborbital a una Mercury en la que viajó el chimpancé Ham. La nave se posó normalmente en el Atlántico y fue recuperada con su pasajero. Su viaje colaboró en demostrar que la cápsula estaba a punto y poco después sería ocupada por los primeros astronautas estadounidenses.

 

El 10 de noviembre de 1961, un misil Atlas voló con un mono llamado Goliath a bordo, que no sobrevivió. Algo parecido ocurrió el 20 de diciembre de 1961 con Scatback, un macaco rhesus.

 

Había que ensayar también un lanzamiento orbital para la Mercury, que contaría con un cohete Atlas y otro chimpancé a bordo. La misión, llamada MA-5, despegó el 29 de noviembre de 1961, con Enos en el interior de la astronave. Adiestrado para apretar una serie de botones, de lo contrario recibía una pequeña descarga eléctrica, el sistema funcionó mal y los recibió incluso cuando lo hacía correctamente, lo que le enojó considerablemente. Tras un par de órbitas, la Mercury regresó a la Tierra y Enos fue recuperado sin dificultades, habiendo soportado una reentrada en la que experimentó grandes aceleraciones (casi 8 Gs). Como su antecesor Ham, Enos permitió el posterior lanzamiento orbital del primer americano (Glenn).

 

Los animales habían demostrado que los viajes espaciales podrían ser soportados por los astronautas. Una vez logrado esto, ¿qué objeto tendría seguir lanzándolos? No para demostrar nada, pero su participación aún parecía deseable, así que tanto la URSS como los EEUU iniciaron nuevos programas de experimentación biológica.

 

La NASA lo hizo con sus misiones Biosatellite. Sus cápsulas recuperables estarían basadas en las empleadas durante las misiones espía, y deberían efectuar inicialmente estudios de larga duración (3, 21 y 30 días en el espacio).

 

El Biosatellite-1 despegó el 14 de diciembre de 1966, con diversos especímenes a bordo, incluyendo insectos. La cápsula, sin embargo, no pudo ser recuperada tres días después. La Biosatellite-2 la siguió el 7 de septiembre de 1967 con una carga viva similar, pero tuvo que adelantar su regreso un día. Por fortuna, su cápsula sí fue recuperada y se pudieron estudiar sus especímenes en relación a la falta de gravedad.

 

La NASA decidió entonces cancelar las misiones de 21 días y pasar directamente a las de 30, que debían incluir un mono a bordo. El Biosatellite-3 partió el 28 de junio de 1969, con un macaco llamado Bonny. El animal experimentó problemas de salud, de modo que la cápsula fue recuperada el 7 de julio, mucho antes de lo previsto. Deshidratado por no querer beber, murió al día siguiente. El programa no lanzó ninguna cápsula más al espacio.

 

En la URSS, el programa de estudios biológicos se llamó Bion, y sus misiones serían etiquetadas como Kosmos. Las cápsulas serían modificaciones de la Vostok que utilizó Gagarin. La primera despegó el 21 de octubre de 1973 (Kosmos-605). Seguirían 10 más, hasta el 24 de diciembre de 1996, ya con el nombre de Bion-11. Estas naves transportaban numerosos ejemplares vivos, e incluían a veces una notable colaboración internacional, incluso estadounidense. La NASA participó por primera vez en la Kosmos-782, el 25 de noviembre de 1975. A bordo volaron ratas, moscas, etc., y se transportaron centrifugadoras, cámaras de prueba... La agencia estadounidense volvió a colaborar en las siguientes misiones (Kosmos-936, el 3 de agosto de 1977, Kosmos-1129, 15 de septiembre de 1979), con decenas de experimentos.

 

El 14 de diciembre de 1983, con la NASA también a bordo, la Kosmos-1514 llevó ratas y dos monos rhesus (Abrek y Bion). Lo mismo que la Kosmos-1667 (10 de julio de 1985). En esta última viajaron los monos Verny y Gordy.

 

El Kosmos-1887 fue lanzado el 29 de septiembre de 1989, y uno de sus dos monos, Yerosha, se escapó de su sujeción, lo que obligó a un regreso temprano. Además de la NASA, en la misión participaron varios países, incluyendo los de la Agencia Espacial Europea. La ESA repitió la experiencia en la Kosmos-2044 (29 de septiembre de 1989), que llevó monos, peces, insectos, ratas y otros animales.

 

Las dos últimas Bion volaron el 29 de diciembre de 1992 (Kosmos-2229) y el 24 de diciembre de 1996 (Bion-11), cuando la URSS había dejado de existir. La cooperación internacional fue más necesaria que nunca para que pudieran hacerse realidad. En la Kosmos-2229 se incluyeron dos monos, y también salamandras españolas. La Bion-11 llevó asimismo monos (Lapik y Multik) y otros animales. Multik murió durante su examen en la Tierra y la polémica consecuente acabó con la cancelación de la Bion-12.

 

Para entonces, otra potencia mundial se estaba preparando para enviar astronautas al espacio: China. En su camino para estudiar los efectos de la microgravedad en sus viajeros, los científicos chinos utilizaron información obtenida décadas atrás. En efecto, habían lanzado ratones a bordo de cohetes sonda (T-7A), por primera vez el 19 de julio de 1964, y después los días 1 y 5 de junio de 1965, así como perros en el mismo tipo de cohetes el 14 y el 28 de julio de 1966.

 

Los programas tripulados iniciales debían tener también presencia de animales a bordo. Por ejemplo, la Gemini GT-3, que despegó el 23 de marzo de 1965, llevó huevos de erizo marino. Posteriores misiones llevaron huevos de rana (GT-8 y 12), para averiguar su comportamiento en el crecimiento en ingravidez.

 

También conviene mencionar las misiones circunlunares soviéticas Zond, que nunca llegaron a tener hombres en su interior, pero que en varios casos sí transportaron animales a bordo. La Zond-5 llevó tortugas, moscas y gusanos durante su viaje alrededor de la Luna. Despegó el 14 de septiembre de 1968 y fue recuperada varios días más tarde. Sus inquilinos fueron los primeros seres vivos en ir y volver de nuestro satélite natural. Las Zond-6 y 8 transportaron una carga similar con posterioridad. Aún en el ámbito tripulado, se sabe que otras tortugas fueron enviadas a la estación espacial Salyut-5.

 

Preocupada por los efectos de la ingravidez en el sistema humano del equilibrio, la NASA lanzó el 9 de noviembre de 1970 un satélite llamado OFO, que permitió realizar un experimento con dos ranas, con las que se estudió el oído interno.

 

En el programa Apolo se incluyeron asimismo algunos animales. Viajaron gusanos en el Apolo-16, y en el Apolo-17 se incluyeron cinco pequeños ratones. La experiencia se repitió a bordo de la estación espacial Skylab, a la que se enviaron ratones, moscas y peces, así como, de forma novedosa, arañas.

 

La NASA estaba interesada en continuar sus estudios con monos, pero la sociedad había cambiado y las presiones para dejar de utilizar primates se impusieron. De hecho, los experimentos con animales, durante la época del transbordador espacial (Space Shuttle) se harían básicamente sólo con insectos, ratones, etc.

 

La primera misión con la lanzadera que llevó animales fue la STS-3 Columbia (que despegó el 22 de marzo de 1982). Volaron con el vehículo varios tipos de insectos. Más adelante, durante la STS-8, se añadieron ratones y peces. Durante los siguientes lustros, cientos de animales serían incluidos en la carga útil experimental de los transbordadores, entre ellos moscas españolas, y aves de pequeño tamaño (se incubaron huevos que se abrieron). Y antes de la prohibición, la STS-51B aún llevó un par de monos. Los laboratorios Spacelab, de la ESA, fueron escenario de una buena parte de las investigaciones en el ámbito de las ciencias de la vida.

 

También en la estación Mir se hicieron experimentos con animales, traídos desde la Tierra durante los viajes de las naves Soyuz.

 

Y de nuevo preparando sus futuros viajes tripulados, China reanudó sus experimentos a bordo de sus cápsulas recuperables FSW, desde 1990. Los primeros animales chinos que alcanzaron la órbita fueron cobayas, aunque estas no fueron recuperadas. Más adelante, durante los ensayos de las cápsulas Shenzhou, que llevarían a los astronautas, algunas se enviaron al espacio con animales de identidad desconocida para probar el sistema de soporte vital.

 

La estación espacial internacional es hoy en día el escenario de numerosos experimentos de ciencias de la vida. Las naves de suministros y las tripuladas han transportado a menudo nuevos experimentos con animales, que así siguen teniendo una presencia importante en el espacio.

 

 

 

Copyright © 1996-2022 Amazings® / NCYT® | (Noticiasdelaciencia.com / Amazings.com). Todos los derechos reservados.

Depósito Legal B-47398-2009, ISSN 2013-6714 - Amazings y NCYT son marcas registradas. Noticiasdelaciencia.com y Amazings.com son las webs oficiales de Amazings.

Todos los textos y gráficos son propiedad de sus autores. La reproducción está permitida solo si se incluye el crédito de la fuente (NCYT Amazings) y un enlace dofollow hacia la noticia original.

Excepto cuando se indique lo contrario, la traducción, la adaptación y la elaboración de texto adicional de este artículo han sido realizadas por el equipo de Amazings® / NCYT®.

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.