Lunes, 01 de Diciembre de 2025

Actualizada Lunes, 01 de Diciembre de 2025 a las 13:37:20 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Lunes, 24 de Julio de 2017
Ecología

Hablando con los elefantes

Imagina ser dueño de una gigantesca reserva en el corazón de Zululandia, una provincia de Sudáfrica, y te ofrecen de regalo una manada de elefantes. Serían los primeros en la zona después de muchas décadas y saldrían completamente gratis.

 

El problema es su etiqueta de 'conflictivos'. Entre sus ‘delitos’ están intentar escaparse de otras reservas y haber tirado vallas electrificadas como si fueran naipes. ¿Qué decisión tomarías? Si no los aceptas, sus actuales dueños los sacrificarán.

 

Lawrence Anthony (Sudáfrica, 1950-2012) no se lo pensó dos veces y aceptó el reto en el año 1999. Pero el conservacionista, responsable de la reserva Thula Thula –que significa ‘paz y tranquilidad’ en zulú–, no sabía lo que le cambiaría la vida esta decisión. Anthony se convirtió en uno más de la manada y logró que los animales permanecieran dentro de la finca.

 

Así lo cuenta en el libro El hombre que susurraba a los elefantes (Capitán Swing, julio de 2017), cuya versión original –The Elephant Whisperer (2009)– se tradujo al francés, alemán, italiano y chino. Ahora llega su edición en castellano, en la que una familia de siete paquidermos de hasta siete toneladas de peso protagonizan esta historia.

 

En el traslado de los animales a Thula Thula, Anthony tuvo que resolver una primera huida para la cual contó con la ayuda de su equipo, un helicóptero y miembros de la organización KZN Wildlife, y consiguió que los elefantes, liderados por la matriarca Nana que había sufrido la pérdida de miembros de su grupo a manos de los humanos, volvieran a la reserva.

 

[Img #45233]

 

Lawrence Anthony (en la imagen) acogió una manada de elefantes rebeldes al saber que la alternativa era que los sacrificaran. (Foto: Thula Thula)

 

Para evitar que repitieran la fuga, el ecologista se apostó durante semanas al otro lado de la valla electrificada. Durmiendo en su todoterreno, con David –su mano derecha– y su inseparable Max –un Stafforshire terrier americano–, consiguió que la rabia de Nana hacia los humanos se transformara en curiosidad y cariño.

 

Cada día, justo antes del amanecer, aprovechando la oscuridad de la noche africana, Nana alineaba a la manada y se preparaba para echar el tendido abajo. Anthony se situaba en ese momento al otro lado y le decía lo mismo una y otra vez: “No lo hagas, Nana. Si os escapáis os matarán a todos. Ahora esta es vuestra casa. Ya no tenéis que huir más”.

 

Tras muchos días repitiendo el mismo ritual, la elefanta desistió y decidió que no quería escapar. Tampoco lo haría ya su manada. La comunicación entre humanos y paquidermos había funcionado, a pesar de que no hablaran el mismo idioma.

 

“La increíble capacidad de comunicación de los elefantes está demostrada científicamente”, asegura Anthony en una de las páginas del libro. Aunque la inteligencia sea una capacidad típicamente humana, habilidades como la comunicación no son, ni mucho menos, exclusivas de nuestra especie.

 

El conservacionista explica cómo las vibraciones infrasónicas emitidas por los elefantes mediante sonidos abdominales (boborigmos) pueden captarse a grandes distancias. Estos ruidos, indetectables por el oído humano, fueron descubiertos en los años 80 por Katy Payne, de la Universidad de Cornell (EE UU). La científica, que había estudiado música, llevaba 15 años analizando los sonidos de las ballenas en la Patagonia (Argentina).

 

En 1984, en el marco del Proyecto de Escucha de Elefantes, Payne sintió, de alguna forma, la comunicación de baja frecuencia emitida por dos elefantes asiáticos que estaban en lados opuestos de una pared de hormigón en el zoológico de Portland (EE UU).

 

Con la ayuda de biólogos acústicos y diferentes herramientas especializadas, los científicos midieron esa sensación que había experimentado la investigadora y comprobaron que se trataba de infrasonidos.

 

Eso explica que las manadas de elefantes separadas cientos de kilómetros sean capaces de ponerse en alerta ante apuros. Aunque para comunicarse con ellos Anthony les hablaba y gesticulaba como haría con otro humano, comprender esta estrategia le ayudó a entender mejor su comportamiento.

 

Una vez que los paquidermos se adaptaron a la reserva, su responsable tuvo que hacer frente a una inminente bancarrota. Los gastos de mantener la finca (con sus empleados, mantenimiento y vallado electrificado) eran muy elevados y apenas tenían ingresos. Por suerte, a la pareja de Anthony, Françoise Malby, se le ocurrió abrir un pequeño hotel lodge.

 

Atendido íntegramente por población zulú, no se parecía en nada a las grandes instalaciones de otros espacios naturales. A los clientes les fascinaba dormir en plena sabana, al lado de un bosque de acacias, pero sin renunciar a ciertos lujos. Los safaris por la reserva les permitían observar a los elefantes a cierta distancia, siempre acompañados por un guía.

 

A los retos propios de dirigir un espacio de este tipo se sumaban las relaciones con las tribus zulúes. Gran conocedor de la zona por sus raíces sudafricanas, Anthony, con el apartheid aún en el recuerdo, se oponía a cualquier tipo de segregación. El ecologista luchó durante toda su vida para demostrar que la naturaleza era un bien común aunque, para algunas tribus, los parques naturales eran un concepto del hombre blanco, una excusa para apoderarse de sus tierras.

 

Cuando aún le quedaban muchos proyectos por sacar adelante, un infarto al corazón acabó con su vida en 2012, justo antes de una cena de gala organizada en su honor. Según su viuda, la manada de elefantes se acercó a la casa como si quisieran velar su cuerpo. De alguna manera, habían notado su pérdida, algo que a Anthony no le habría extrañado lo más mínimo. (Fuente: SINC/Laura Chaparro)

Copyright © 1996-2022 Amazings® / NCYT® | (Noticiasdelaciencia.com / Amazings.com). Todos los derechos reservados.

Depósito Legal B-47398-2009, ISSN 2013-6714 - Amazings y NCYT son marcas registradas. Noticiasdelaciencia.com y Amazings.com son las webs oficiales de Amazings.

Todos los textos y gráficos son propiedad de sus autores. La reproducción está permitida solo si se incluye el crédito de la fuente (NCYT Amazings) y un enlace dofollow hacia la noticia original.

Excepto cuando se indique lo contrario, la traducción, la adaptación y la elaboración de texto adicional de este artículo han sido realizadas por el equipo de Amazings® / NCYT®.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.