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Jueves, 21 de Septiembre de 2017
Paleontología

El esqueleto de la rana pirenaica y su adaptación a los torrentes de alta montaña

Cuando aparecen restos de fauna en los yacimientos no siempre queda claro a qué especie pertenecen y su asignación a veces es un trabajo complejo. Hallar un referente en la bibliografía científica es complicado o simplemente no existe. En este sentido, dar a conocer las especies endémicas de la península ibérica todavía no descritas osteológicamente para facilitar su identificación en yacimientos arqueológicos o en la dieta de otras especies es una tarea que se hace imprescindible y que está también entre las líneas de investigación del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) (Catalunya, España).

 

En este contexto, se ha presentado por primera vez el esqueleto de la rana pirenaica (Rana pyrenaica), una especie que ya había sido identificada con anterioridad, pero de la cual nunca se habían descrito de forma completa todas las partes de su estructura corporal. Se trata, además, de una especie en peligro de extinción incluida en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). La fragilidad de los ambientes que necesita para vivir, representados por aguas puras y torrentes vírgenes, es el causante de esta situación.

 

Rana pyrenaica es la rana parda más pequeña, perteneciente al grupo Rana temporaria (género y subgénero Rana, sensu stricto) con adultos que alcanzan un tamaño máximo de 5,5 cm y presentan una morfología robusta. Su ancestro era probablemente una rana más terrestre, relacionada con la rana bermeja (Rana temporaria), pero en cambio la especie ahora descrita se volvió más acuática, para ocupar los torrentes de alta montaña. Su adaptación a este entorno comportó unas patas y unos pies (en particular el tercer dedo) más largos, ciertos elementos óseos del cráneo (nasal y frontoparietal) más alargados y delgados, una articulación entre el atlas y el cráneo más flexible. A la vez, de su ancestro más terrestre, la rana pirenaica ha conservado su morfología esquelética general robusta (pese a su pequeño tamaño), las proporciones del cráneo, la morfologia general del maxilar y el esfenetmoideo, el grado de fusión entre los frontoparietales, y la baja cresta dorsal sobre el ilion, punto de atadura de unos musculos importantes para la locomocion.

 

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Rana pirenaica. (Imagen: IPHES)

 

La Rana pyrenaica es endémica de la cordillera de los Pirineos, donde se encuentra generalmente en arroyos de montaña con aguas frías y bien oxigenadas de corriente rápida, especialmente durante el deshielo a finales de la primavera. Vive en altitudes entre 780 y 2100 m, siendo más abundante entre 1200 y 1800 m. Su distribución se limita principalmente a las partes central y occidental de las laderas meridionales de los Pirineos (Aragón y Navarra), desde el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido al este, hasta la zona de Irati en el oeste. Algunas poblaciones se han encontrado a 780 m de altitud en el área forestal de Irati, donde también entra en territorio francés a lo largo de pequeños barrancos pertenecientes a la cuenca del Ebro.

 

A pesar de que la especie había sido descrita en 1993, su esqueleto nunca había sido estudiado. Una reciente publicación de Hugo Blain, investigador del IPHES, y de Óscar J. Arribas, investigador independiente, representa así la primera descripción de la osteología de esta pequeña rana. Además de aumentar el conocimiento sobre R. pyrenaica, este estudio también tiene como objetivo facilitar el diagnóstico correcto de la especie en asociaciones fósiles y su identificación osteológica como presa de otros vertebrados en estudios tróficos.

 

Las ranas pardas tienen varios modos de vida: algunas son muy terrestres y sólo entran en aguas tranquilas para su reproducción, pero R. pyrenaica está adaptada a una vida más acuática, vive sólo en la orilla de las aguas corrientes, y su comportamiento de escape consiste en saltos largos (frecuentemente solo uno) para zambullirse en el agua y luego nadar. Este modo de vida implica nadar en aguas de fuerte corriente, encajando en estrechas grietas y anclándose entre piedras para evitar ser arrastrada por la corriente. (Fuente: IPHES/DICYT)

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