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Cuan joven o viejo se pueda sentir alguien, tiene una gran influencia en su salud y en cómo otras personas le ven. En un análisis reciente de resultados de estudios previos, se ha llegado a la conclusión de que sentirse joven ayuda a parecer joven para los demás, y también contribuye a tener una mejor salud.
La psicóloga Ellen Langer de la Universidad de Harvard ha estado estudiando durante más de tres décadas cómo la mente influye en el cuerpo. Ella llevó a cabo un trabajo, que hoy es punto de referencia, sobre hombres de la tercera edad que vivieron durante un tiempo en un refugio preparado para que pareciera de 20 años antes, y que debían imaginar que estaban viviendo en aquella época pretérita; es decir, que el objetivo era que sus mentes regresaran al pasado. Esos hombres lograron introducirse a fondo en esa ficción. Pero lo asombroso, resalta Langer, no fue su capacidad de imaginar que volvían a tener veinte años menos, sino que su vigor físico y otros aspectos de su salud mejoraron.
En investigaciones anteriores se descubrió que la calvicie masculina aumenta el riesgo de cáncer de próstata. La hipótesis de Langer y sus colegas para explicar esta relación es que los hombres calvos se sienten más viejos, y cada día al mirarse en el espejo, tienen un contundente recordatorio visual de que están envejeciendo. (El cáncer de próstata es más común en hombres de edad avanzada.) Algunos problemas del corazón también aparecen vinculados con la calvicie. No existe una razón biológica clara para explicar ese vínculo entre la pérdida del cabello y esas enfermedades, pero quizás los propios sentimientos de los hombres acerca de su edad podrían tener parte de culpa, a través de los procesos bioquímicos que la depresión y la ansiedad ponen en marcha.
Las madres primerizas de más edad están a menudo, a una edad mayor, más sanas que las mujeres que tienen su primer bebé más jóvenes, tal vez, según cree Langer, porque pasan parte de su tiempo en compañía de mujeres más jóvenes en los parques infantiles y en otros lugares y situaciones similares, y eso las hace sentirse tan jóvenes como sus compañeras. En cambio, las personas que se casan con una pareja de más edad tienen una menor esperanza de vida, a diferencia de quienes se casan con parejas más jóvenes.
La conclusión de Langer es que tenemos mucho más control sobre nuestra salud y bienestar de lo que creemos.
Este análisis de resultados de estudios ha sido llevado a cabo por Langer, Laura M. Hsu de la Universidad de Harvard, y Jaewoo Chung del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
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