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Viernes, 27 de Julio de 2012
Psicología

Aprendizaje de habilidades sociales en adolescentes con formas leves de autismo

Los trastornos del espectro del autismo se caracterizan por deficiencias en la comunicación y en la interacción social, pero dado que se presentan en una gradación, no es fácil establecer la línea divisoria entre lo que merece ser catalogado como enfermedad y lo que no lo merece.

Por eso, se considera que para algunos adolescentes diagnosticados con trastornos del espectro autista, su salud y su desempeño social son lo bastante buenos como para permitirles ser incorporados a las escuelas normales.

Pero sin las habilidades sociales apropiadas, incluso los adolescentes incorporados a las escuelas normales no se ajustan muy bien al entorno social general de la enseñanza secundaria. Como resultado, sufren el rechazo de sus compañeros.

Un ejemplo de iniciativa para combatir esas dificultades es el Programa para la Educación y el Enriquecimiento de Habilidades Relacionales (PEERS por sus siglas en inglés), de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Desde 2006, este programa ha ayudado a adolescentes con trastornos del espectro autista pero que son capaces de desenvolverse razonablemente bien en sociedad. La ayuda ha consistido en enseñarles estrategias que necesitan para relacionarse mejor con sus compañeros. Y aunque anteriormente se había demostrado que el programa era efectivo, no se sabía si estos adolescentes conservaban las nuevas habilidades después de haber completado las clases del programa PEERS.

[Img #9138]El equipo de la psiquiatra Elizabeth Laugeson, directora del citado programa, ha finalizado un estudio de seguimiento a largo plazo, constatando que los jóvenes conservan las habilidades enseñadas y aprendidas, y en algunos casos éstas incluso han mejorado.

Los trastornos del espectro autista incluyen una gama de alteraciones del desarrollo que se caracterizan por problemas con la comunicación y la socialización. La incidencia mundial de este tipo de trastorno ha aumentado mucho en los últimos tiempos; por ejemplo, se estima que uno de cada 88 niños nacidos en Estados Unidos tiene alguna forma de trastorno del espectro autista.

El seguimiento efectuado por Laugeson y sus colegas muestra también que los síntomas de estos trastornos relacionados con la capacidad de respuesta social son significativamente menores en el final de las clases, y que esta mejora se mantiene incluso varios meses después. También mejoran en estos adolescentes sus conocimientos sobre habilidades sociales, al igual que aumenta la frecuencia de reuniones con sus compañeros.

Los estudios sobre la eficacia de la enseñanza de habilidades sociales a personas con trastornos del espectro autista indican que las intervenciones durante la infancia y la adolescencia son fundamentales. Sin embargo, muy pocas intervenciones basadas en las evidencias se centran en mejorar las habilidades sociales de los adolescentes con estos trastornos.

Las clases del programa PEERS, las cuales se centran en enseñar las reglas de la etiqueta social a los adolescentes, requieren de la participación de los padres. En reuniones separadas, a los padres se les proporciona información sobre cómo ser entrenadores sociales de sus hijos adolescentes en el mundo real. Muchas de las habilidades sociales enseñadas en estas clases son las que la mayoría de nosotros conocemos de manera intuitiva, por ejemplo cómo tener una conversación (intercambiando información).

Las clases incluyen una breve instrucción didáctica, demostraciones mediante juegos de interpretación de papeles, ejercicios de conducta para que los adolescentes practiquen las habilidades recién aprendidas, entrenamiento en la clase con realimentación sobre la conducta, y asignación de "tareas" o "deberes" semanales, supervisados por los padres, tales como invitar a un amigo a casa.

En el estudio de seguimiento también han trabajado Fred Frankel, Alexander Gantman y Catherine Mogil, todos de la UCLA, y Ashley R. Dillon de la Universidad de Palo Alto en California (institución anteriormente conocida como Pacific Graduate School of Psychology).

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