Artículo, de La Web de Anilandro, que recomendamos por su interés. Es el segundo capítulo de esta serie sobre las fascinantes máquinas criptográficas de la clase Enigma.
Las primeras Enigmas eran máquinas de considerable tamaño; necesitaban corriente eléctrica de la red de distribución y un bastidor sólido que pudiera soportar sus más de 50 Kg de peso. A la vez tenían una parte mecánica muy compleja y ello causaba bastantes problemas de funcionamiento, especialmente en el sistema de impresión en papel, que solía bloquearse con frecuencia.
Esta filosofía comenzó con los modelos A y B, prolongándose hasta 1929 con la Enigma H, que fue la última de las llamadas Screibende (impresoras). Pero en 1924, al poco de salir al mercado el modelo B, la empresa Chiffriermaschinen Aktien-Gesellschaft, había presentado otra máquina de cifrado de concepción mucho más sencilla y de precio muy inferior, que denominaron Enigma C...
El artículo, de La Web de Anilandro, se puede leer
aquí.