Artículo, del blog Psy’n'thesis, que recomendamos por su interés.
Pocas cosas hay tan molestas como un pensamiento obsesivo. Invaden el curso de la actividad mental, resultan apremiantes, son repetitivos, y generan un enorme malestar.
“Creo que no he apagado el gas… podría provocar una catástrofe”
“Seguro que durante la cena me entran ganas de insultar a alguien…no podré reprimir el impulso… ¡qué horror!”
“¿Habré incumplido alguna norma de tráfico? ¿No habré atropellado a alguien sin darme cuenta?”
“El vaso que me han puesto en ese bar no parecía muy limpio… ¿cómo sé que no he pillado alguna enfermedad contagiosa?”
Pero, ¿por qué estos pensamientos, que son automáticos y no deseados, acaban por convertirse en un problema?
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