Geología
El inesperado papel geológico de las caídas de relámpagos en las montañas
Los profesores Jasper Knight y Stefan Grab de la Escuela de Geografía, Arqueología y Estudios Medioambientales de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, usaron una brújula para demostrar, por vez primera en la historia, que los relámpagos son responsables de algunas de las formaciones rocosas del tipo descrito que existen en los Montes Drakensberg de Sudáfrica. El hallazgo permite asumir que los relámpagos también pueden haber contribuido de manera significativa a moldear montañas del resto del mundo mediante procesos similares.
La aguja de una brújula siempre apunta al norte magnético. Pero cuando un observador acerca una brújula a una roca y ésta contiene minerales con un campo magnético lo bastante fuerte, puede que vea desviarse delatadoramente a su aguja, lo que indicará la presencia de ese campo magnético de la roca. Este efecto puede dar una buena idea del tiempo geológico en que fue formada. En los Montes Drakensberg hay gran abundancia de rocas basálticas que contienen muchos minerales magnéticos, por lo que poseen un fuerte campo magnético.
Si un observador atraviesa en su recorrido un punto en el que previamente haya caído un relámpago, la aguja sufrirá una sacudida que puede hacerla girar 360 grados de repente.
![[Img #16388]](upload/img/periodico/img_16388.jpg)
Ejemplo de rocas con fisuras, cantos vivos y bloques desprendidos, unos rasgos antes atribuidos en exclusiva a la acción del frío, y que ahora parecen ser el resultado típico de la caída de relámpagos. (Foto: Jasper Knight)
La energía liberada por el relámpago al entrar en contacto con el suelo puede, durante un breve período, fundir la roca. Al enfriarse y solidificarse nuevamente, en ella queda registrada la huella del campo magnético que hoy tiene la Tierra, y no el que tenía cuando se formó originalmente esa roca millones de años atrás.
Knight y Grab hicieron un mapa de la distribución de puntos de impacto de relámpagos en los Montes Drakensberg, y la coincidencia con los cambios en rocas antes atribuidos al frío les ha permitido descubrir que los relámpagos ejercen una influencia notable en la evolución de los paisajes de montaña, sobre todo en las áreas situadas a mayor altitud.
Las conclusiones a las que han llegado Knight y Grab contradicen pues una creencia de la geología muy aceptada desde hace siglos, la ya citada del papel exclusivo del frío en las transformaciones antes descritas en rocas de montaña. Ahora queda claro que los relámpagos intervienen de manera apreciable en la evolución de dichas superficies rocosas.
Información adicional