Psicología
El mecanismo psicológico de la penitencia como medio de expiar culpas
La penitencia, o el infligirse dolor físico, es un elemento presente en algunas religiones, como por ejemplo la cristiana. Pero ¿puede el dolor autoinfligido realmente aliviar la culpa asociada con actos inmorales? Un nuevo estudio explora, en esa dirección, las consecuencias psicológicas de experimentar el dolor corporal.
El psicólogo Brock Bastian de la Universidad de Queensland, Australia, y sus colegas, reclutaron a un grupo de jóvenes de ambos sexos mediante el engaño de que los experimentos eran parte de un estudio sobre la agudeza física y mental. Con este pretexto, les pidieron que escribieran textos cortos sobre un momento de su vida en que marginaron a alguien. Evocar en ellos este recuerdo de haberse portado mal tenía como fin despertarles una sensación de culpa, y hacer que sintieran remordimientos de conciencia. Los integrantes del grupo de control simplemente escribieron sobre un suceso cotidiano de sus vidas.
Después, los científicos pidieron a algunos de voluntarios de ambos grupos que metieran su mano en un recipiente de agua helada y la mantuvieran allí tanto tiempo como pudieran. Otros hicieron lo mismo, sólo que con un recipiente de relajante agua tibia. Por último, todos los voluntarios evaluaron el dolor que acababan de experimentar (si lo sintieron) y respondieron un cuestionario sobre las emociones experimentadas, que incluía a los sentimientos de culpa.
La idea era ver si el sentimiento de culpabilidad por haber hecho algo malo provocaba que los voluntarios se sometieran a más dolor, y si este dolor aliviaba sus sentimientos de culpa. Y eso es exactamente lo que descubrieron los investigadores. Los sujetos de estudio en quienes se despertó el sentimiento de culpa no sólo mantuvieron durante más tiempo las manos en el recipiente con agua helada, sino que también evaluaron la experiencia como más dolorosa, en comparación con los demás. También se verificó que el dolor que experimentaron redujo estos sentimientos de culpa; una reducción que no se registró en quienes sumergieron las manos en agua tibia.
Según los científicos, a pesar de que concebimos el dolor como algo puramente físico, en realidad tenemos cierta tendencia a otorgarle una dimensión adicional de tipo moral. A lo largo de los siglos, a las personas se las ha enseñado a pensar en el dolor en términos de justicia, con prácticas como los castigos corporales, por lo que dolor y castigo son cosas que mucha gente tiende a equiparar. Y, tal como sugieren los resultados del nuevo estudio, la experiencia del dolor físico tiene a menudo el efecto psicológico de reequilibrar la balanza de la justicia y por tanto aliviar el sentimiento de culpa.