Astronomía
¿Sal marina en Europa, luna de Júpiter?
Unos experimentos realizados en un laboratorio de la NASA en Estados Unidos sugieren que el material oscuro que recubre algunas de las estructuras geológicas de Europa, un satélite natural de Júpiter, consiste probablemente en sal marina de un océano subterráneo, descolorida por su exposición a la radiación. La presencia de sal marina en la superficie de Europa sugiere que el océano está interactuando con su fondo marino rocoso, una circunstancia importante a la hora de determinar si la luna helada podría sostener vida.
La ciencia tiene muchas preguntas pendientes de respuesta sobre esa fascinante luna de Júpiter. La más importante de ellas es si hay vida en su océano subterráneo, tal como subraya Curt Niebur, de la NASA.
Durante más de una década, los científicos se han preguntado acerca de la naturaleza del material oscuro que recubre largas fracturas lineales y otras estructuras geológicas relativamente jóvenes en la superficie de Europa. Su asociación con terrenos jóvenes sugiere que el material ha irrumpido en la superficie aflorando desde dentro de Europa. Pero con datos disponibles tan limitados, su composición química era un enigma.
A fin de identificar el material oscuro, el equipo de Kevin Hand, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, en Pasadena, California, Estados Unidos, creó un sucedáneo de terreno de la superficie de Europa en una cámara de experimentación en el laboratorio, para poner a prueba la conducta de posibles sustancias candidatas. Para cada material, los investigadores obtuvieron los espectros (que son como huellas dactilares químicas) presentes en la luz reflejada por los compuestos.
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Para esta investigación en particular, los científicos probaron muestras de sal común (cloruro sódico), junto con mezclas de sal y agua, en su cámara de vacío, a temperaturas equivalentes a las de la fría superficie de Europa, unos 173 grados centígrados bajo cero (280 grados Fahrenheit bajo cero). Después bombardearon las muestras saladas con un haz de electrones para simular la intensa radiación sufrida por la superficie de esa luna.
Después de unas cuantas decenas de horas de exposición a este hostil entorno, que, en cuanto a efectos generados, equivale a un siglo sobre Europa, las muestras de sal, que eran inicialmente blancas como la sal de mesa, adoptaron un color amarillento-marrón, similar al que ostentan las citadas estructuras llamativas de esa luna helada. Los investigadores comprobaron que la coloración de estas muestras, medida con precisión en sus espectros, mostraba un fuerte parecido con la coloración en las fracturas avistadas en Europa que fueron fotografiadas por la misión Galileo de la NASA.



