Salud
Crecer en un entorno rural reduce ciertas reacciones alérgicas
El asma y el eczema de origen inmunitario (por una reacción indebida y excesiva del sistema inmunitario) están incrementando su incidencia en la sociedad occidentalizada, y representan un gran desafío para la medicina del siglo XXI.
Un nuevo estudio sugiere que crecer en un entorno rural afecta directamente a la regulación del sistema inmunitario y limita las reacciones inmunitarias inadecuadas ante proteínas presentes en la dieta que son inofensivas aún cuando resulten extrañas y sospechosas para el sistema inmunitario.
El equipo de la Dra. Marie Lewis, de la Escuela de Ciencias Veterinarias en la Universidad de Bristol, Reino Unido, ha llegado a la conclusión de que pasar la niñez en un entorno de esta clase aumenta el número de linfocitos T reguladores, las células que amortiguan al sistema inmunitario y ponen límites a las reacciones de éste.
Muchos estudios epidemiológicos a gran escala han sugerido que crecer en un entorno rural está relacionado con un menor número de probabilidades de desarrollar enfermedades alérgicas. Sin embargo, hasta ahora, no había sido posible demostrar que se trata de un fenómeno directo de causa y efecto. La pregunta clave, ahora contestada, era: ¿El entorno rural protege activamente contra las alergias, o las familias propensas a las alergias no suelen vivir en el entorno rural?
En los experimentos realizados para este nuevo estudio, diversas crías de cerdo fueron alimentadas por sus madres en un entorno rural, mientras que otras crías, hermanos y hermanas de las primeras, pasaron su infancia (desde el día de su nacimiento en adelante) en una unidad de aislamiento biológico, bajo condiciones extremadamente higiénicas, y fueron alimentadas con leche preparada para biberón. La idea era reproducir algunas de las diferencias fundamentales entre el medio rural y el urbano que podrían influir sobre la incidencia de las alergias en humanos.
El trabajo se realizó sobre cerdos, ya que esta especie animal comparte con nosotros muchos aspectos fisiológicos, metabólicos, genéticos e inmunitarios.
Los investigadores comprobaron que, en comparación con sus hermanos y hermanas en la unidad de aislamiento, los lechones criados en la granja tenían en sus tejidos intestinales una cifra global inferior de linfocitos T, las células que dirigen la respuesta inmunitaria. Es de destacar que estos lechones también tenían una cantidad mayor de un subconjunto de estos linfocitos T, los linfocitos T reguladores, que pacifican la respuesta del sistema inmunitario y limitan la inflamación.![[Img #7430]](upload/img/periodico/img_7430.jpg)
Esta diferencia en la proporción entre las células estimulantes y las regulatorias parece tener efectos funcionales, ya que los lechones criados en la granja también exhibieron una menor respuesta de anticuerpos a proteínas nuevas en la dieta, cuando fueron destetados y comenzaron a nutrirse de alimentos variados.
El resultado de estos experimentos respalda la idea de que una exposición amplia (aunque por supuesto sin alcanzar cotas peligrosas) a microorganismos en la infancia, permite que el sistema inmunitario se "entrene" adecuadamente en el trabajo de diferenciar entre las bacterias peligrosas y las que son inofensivas o sólo un poco peligrosas, adoptando así una reacción proporcionada para cada caso, en vez de responder con excesivo alarmismo ante cualquier cosa extraña.
Por supuesto, un tema aparte es que las ciudades, aunque presenten menor biodiversidad microbiana que los entornos rurales y en ese aspecto se las pueda considerar más "limpias", sufren en mayor grado que el medio rural la contaminación por los humos de vehículos y fábricas. El papel de estos agentes contaminantes en las alergias constituye todo un capítulo propio, y es obvio que hay también bastantes casos en los que esa contaminación típicamente urbana puede ser la causa principal de una alergia, más que una escasa exposición a microorganismos diversos durante la infancia.



