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El 7 de mayo de 1915, a las dos de la tarde, el trasatlántico Lusitania de la Cunard Line se encontraba en las proximidades del faro de Old Kinsale en Irlanda, cuando apareció en la mira del periscopio del U-20 del comandante Walter Schwieger.
Poco después un torpedo impactaba en su casco y el elegante buque de 35.000 toneladas, gemelo del Mauritania, se hundía en un fondo de 90 metros llevándose consigo a 1.198 pasajeros, entre ellos a más de cien norteamericanos.
Muchos historiadores citan el ataque a este buque de pasajeros desarmado y la consiquiente pérdida de vidas de ciudadanos propios como el principal motivo por el que Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial, y sin embargo, entre esta fecha y el mes de abril de 1917, cuando finalmente se produjo la adhesión a los Aliados europeos que luchaban contra los Imperios Centrales, pasaron dos años en los cuales el presidente demócrata Woodrow Wilson no mostró la más mínima intención de sumarse a la Gran Guerra.
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