Astronáutica
Gran Enciclopedia de la Astronáutica (343): E-6M, Object (Luna)
E-6M, Object (Luna)
Sonda; PaÃs: URSS; Nombre nativo: Луна
Las misiones de alunizaje automático llevadas a cabo con la sonda E-6 fueron en general decepcionantes, ya fuera debido a fallos de lanzamiento, de abandono de la órbita terrestre, de trayectoria hacia la Luna o del aterrizaje propiamente dicho. De las 11 misiones lanzadas entre enero de 1963 a diciembre de 1965, ninguna obtuvo éxito de forma completa.
Un estudio de los fracasos acaecidos indicó que uno de los problemas habÃa sido la ausencia de suficientes sistemas redundantes que suplieran a los que fallaban en vuelo, una situación inevitable debido a la falta de capacidad de carga de los cohetes. Ante dicha situación, Koroliov decidió trasladar la construcción de las siguientes sondas al centro de Babakin, que efectuó algunas modificaciones en el diseño de los vehÃculos lunares. AsÃ, se instaló en ellos un nuevo sistema de guiado propio, asà como un sistema de amortiguación más avanzado que diera mejores perspectivas de éxito durante el alunizaje. El resto de la sonda E-6 serÃa idéntico a sus predecesoras.
Con estos cambios, la sonda producida por Babakin recibirÃa la designación E-6M (mejorada). Con sus 1.583 kilogramos al despegue, la nave era esencialmente un cuerpo central cilÃndrico de 2,7 metros de alto donde se albergaba el instrumental indispensable para controlar el vuelo. Adosados a los lados de este cilindro se agrupaban dos paquetes que contenÃan el altÃmetro radar y los sensores de orientación en ruta. Sobre el cuerpo central descansaba una esfera en cuyo interior se hallaba la cápsula de aterrizaje. En la base de la cosmonave se encontraba un módulo cónico con todo lo necesario para mantener el curso y frenar la cápsula durante el descenso. El módulo propulsivo tenÃa un motor principal KTDU-5A (S5.5) y varias toberas de ajuste y giro estabilizador. El motor retrocohete, por su parte, debÃa funcionar hasta poco antes de alcanzar la superficie lunar, momento en el cual una pértiga de 5 metros de largo harÃa contacto con el suelo y transmitirÃa la orden de apagado. El altÃmetro radar serÃa utilizado para conocer la situación de la nave en todo momento y para ordenar el encendido del motor a unos 75 kilómetros de altitud respecto al suelo lunar.
La primera E-6M fue lanzada el 31 de enero de 1966, desde Baikonur, a bordo de un cohete 8K78M, muy pocos dÃas después del fallecimiento de Koroliov. El éxito de la maniobra de lanzamiento fue evidenciado cuando se anunció su existencia con el nombre de Luna-9 (E-6M-202). En efecto, el ingenio desgranarÃa a la perfección todos los pasos de su trayectoria translunar.
Habiéndose completado el viaje sin anomalÃas aparentes, incluyendo la habitual corrección de trayectoria, la nave empezó a maniobrar, reorientándose correctamente cuando sólo quedaban 8.300 kilómetros para alcanzar la superficie, en el Oceanus Procellarum. A unos 75 kilómetros de altitud, una vez dada la orden de encendido del retrocohete, el instrumental no necesario adosado al cuerpo principal fue separado y abandonado. HabÃan transcurrido 79 horas de viaje.
Cuando el extremo de la pértiga de control (una especie de sonda de contacto) golpeó el suelo, el motor dejó de funcionar y la cápsula de descenso fue separada del resto de la nave. Eran las 18:45 UTC del 3 de febrero de 1966, y la pequeña cápsula (de 60 centÃmetros de diámetro y 100 kilogramos de peso) aterrizaba sin problemas, convirtiéndose en el primer enviado activo de la Humanidad sobre nuestro satélite. El punto de aterrizaje, considerado como la primera base lunar de la Historia, quedó situado a 7,1 grados latitud Norte, 64,3 grados longitud Oeste. El envoltorio esférico protector de la cápsula se abrió a continuación como los pétalos de una flor mecánica, se extendieron varias antenas y la Estación Lunar Automática, tal como la bautizaron los soviéticos, empezó a transmitir. Sólo podrÃa hacerlo durante el tiempo que duraran sus baterÃas (dos dÃas), asà que no habÃa tiempo que perder.
El vehÃculo disponÃa de cuatro antenas transmisoras, instaladas en las carcasas de los cuatro "pétalos" abiertos, y otras tres únicamente receptoras. En el interior se agrupaba diverso equipo electrónico y experimental, calculadoras, programadores, baterÃas, transmisores, etcétera. De la parte superior sobresalÃa una cámara que podÃa rotar sobre sà misma completamente, con una libertad de giro de hasta 360 grados que permitÃa la obtención de imágenes panorámicas de la superficie lunar. La cámara podÃa enfocar perfectamente objetos situados a más de 2 metros del objetivo y realizar panorámicas en algo más de hora y media. Efectuada la toma de fotografÃas, éstas serÃan enviadas a la Tierra previa transformación en señales adecuadas para su recepción. La cámara tenÃa una resolución media de unos 2 milÃmetros.
La primera imagen de la Luna fue tomada el 4 de febrero, a la 1:50 UTC. Para permitir un estudio más exacto de las fotografÃas recibidas en la Tierra, la nave poseÃa cuatro patrones de brillo estándar, idénticos a los que se conservaban en el punto receptor. Tres espejos colocados cerca de la cámara permitÃan obtener perspectivas diferentes con el mÃnimo movimiento. Una a una, las fotografÃas empezaron a llegar a nuestro planeta, mostrando un paisaje tan fantasmal como desoladoramente real. El Luna-9 habÃa demostrado que el aterrizaje era posible, que las naves procedentes de la Tierra no quedarÃan sepultadas bajo metros y metros de una supuesta espesa capa de polvo, y que lo que allà encontraran, aunque yermo e inerte, era accesible y maravilloso. En sólo unas horas, uno de los sueños del Hombre, la visita a nuestro satélite hermano, se habÃa convertido en realidad.
El resto de experimentos del Luna-9 entró en funcionamiento de forma casi inmediata, entre los cuales se puede destacar la medición de la radiación recibida por el suelo a consecuencia del continuo bombardeo de rayos cósmicos. Las baterÃas, desgraciadamente, se agotaron el dÃa 6 de febrero, momento hasta el cual se habÃan logrado llevar a cabo un total de tres sesiones fotográficas, totalizando más de 8 horas de transmisión.
El lugar del alunizaje fue interpretado como la base de un pequeño cráter. La posición definitiva de la cápsula después de golpear el suelo quedó ligeramente inestable y esto produjo un pequeño movimiento de la sonda durante una de las sesiones fotográficas. Como beneficio adicional, el inesperado desplazamiento propició una fotografÃa estereográfica. La toma de fotos en dÃas sucesivos posibilitó la obtención de imágenes de la misma zona iluminada bajo distintos ángulos de luz solar, circunstancia que permitió especular sobre el tamaño de las rocas y piedras que se hallaban distribuidas alrededor de la cápsula.
El Luna-9, en definitiva, proporcionó las primeras fotografÃas tomadas desde la superficie de otro cuerpo del Sistema Solar que no fuese la Tierra. Llegaron a nuestro planeta de forma casi instantánea, a la velocidad de la luz, y en su camino fueron interceptadas por el radiotelescopio de Jodrell Bank, en Gran Bretaña. El descubrimiento de que el formato de transmisión era parecido al utilizado por las agencias de prensa (sistema facsÃmil), facilitó enormemente la tarea de descodificarlas y darlas a conocer incluso antes de que lo hiciese la propia agencia oficial soviética TASS. América volvió a sorprenderse ante el poderÃo tecnológico de su rival.
La aventura del Luna-9 tranquilizó en gran medida a los cientÃficos que aún no veÃan clara la posibilidad del alunizaje tripulado. La noticia de la naturaleza compacta del suelo selenita fue muy bien acogida por los técnicos de la empresa Grumann, los constructores del Módulo Lunar americano. Era desde luego una nueva primicia que serÃa necesario añadir a la ya larga lista de logros soviéticos. La espectacular y exitosa conclusión de la misión, cumplido el objetivo del primer aterrizaje suave de una nave terrestre, propició una mayor y sorprendente apertura informativa con respecto a Occidente. Con un detalle sin precedentes, y después de tantos fracasos ocultados a la opinión pública, los historiadores descubrieron en profundidad la estructura y el plan de vuelo de la cosmonave que revolucionarÃa el concepto que hasta entonces tenÃamos de la Luna.
Una vez logrado el alunizaje con éxito, la URSS desvió su atención hacia otra tarea esencial para su programa tripulado: cartografiar la superficie del satélite. Para ello serÃa necesaria una sonda situada alrededor de la Luna y equipada con cámaras adecuadas. Esa tarea fue encargada a una modificación de las sondas E-6, que se llamarÃan E-6S. No serÃa hasta que este objetivo fuese cubierto que se volverÃa a lanzar una sonda hacia la superficie.
![[Img #20619]](upload/img/periodico/img_20619.jpg)
A la sazón, el vuelo de la segunda y última E-6M se inició en parte debido a un interés por paliar la creciente gloria de las sondas Surveyor de la NASA, cuyo primer ejemplar habÃa también alunizado con gran éxito, robando los titulares de los periódicos.
La nueva E-6M serÃa bautizada como Luna-13, y partió desde Baikonur el 21 de diciembre de 1966, a bordo de un cohete 8K78M. Abandonada la órbita de espera inicial, la sonda fue inyectada en una trayectoria de escape, mientras que la acostumbrada corrección de curso se efectuarÃa el 22 de diciembre. Dos horas antes del alunizaje, la cosmonave se orientó según lo previsto para que el retromotor desempeñara correctamente su función, y apenas 2 minutos antes de alcanzar el punto de destino, hizo ignición. De esta manera, siguiendo el procedimiento empleado por su antecesora, el Luna-13 se posaba sobre la superficie lunar, en algún lugar del Oceanus Procellarum (Océano de las Tempestades), entre los cráteres Seleucus y Craft. Era el 24 de diciembre. Las coordenadas selenográficas resultaron ser 18,9 grados latitud Norte, 62 grados longitud Oeste.
Consumado el alunizaje (que se efectuó a las 18:01 UTC), la cápsula esférica abrió los "pétalos" mecánicos que conformaban su hemisferio superior, dejando paso al despliegue de antenas y otros apéndices. Las principales diferencias entre el Luna-13 y el Luna-9, una vez situado sobre la superficie lunar, eran escasas pero importantes: el Luna-13 incorporaba una antena receptora más (hasta un máximo de cuatro), extendidas todas ellas fuera del cuerpo de la plataforma instrumentada, la cámara de TV tenÃa junto a ella un nuevo sensor de radiación, y se albergaban en el interior de la estructura cuatro radiómetros infrarrojos y un dinamógrafo. Además, tras el contacto lunar, la sonda extenderÃa dos brazos telescópicos que se apoyarÃan sobre el suelo, efectuando una cierta presión (23 kg/m2) sobre él para medir su resistencia. En los extremos de los brazos (de unos 150 centÃmetros de longitud) se habÃa instalado un densitómetro de radiación, tres sensores SBM 10M y un penetrómetro.
La cámara realizó dos tomas panorámicas del entorno y varias imágenes individuales y estereoscópicas del fantasmagórico paisaje. El equipo de transmisión necesitaba más de una hora y media para enviar este tipo de imágenes a la Tierra. El sistema podÃa tomar fotografÃas inclinando la cámara hasta un máximo de 30 grados respecto a la vertical. La primera obtenida fue transmitida el mismo dÃa de Navidad. SerÃa el inicio de una serie sucesiva de tomas realizadas bajo diferentes ángulos de iluminación.
Los experimentos de a bordo funcionaron perfectamente hasta el 30 de diciembre de 1966. En ese momento las baterÃas debieron agotarse. Hasta entonces se habÃan obtenido resultados interesantes, como el cálculo de la densidad del suelo lunar, estimada en 1 gramo por centÃmetro cúbico. Las mediciones, llevadas a cabo por el penetrómetro a presión, podÃan aplicarse genéricamente hasta profundidades situadas entre los 10 y los 30 centÃmetros. Pudo asà comprobarse que las caracterÃsticas mecánicas del suelo lunar son parecidas a las de su homónimo terrestre pero que su densidad es notablemente inferior. La radiactividad superficial era, además, mÃnima, y eso despejó cualquier preocupación que pudieran tener los constructores del módulo lunar soviético, el LK.
Las fotografÃas recibidas mostraron con detalle el solitario paisaje alrededor de la cápsula, incluyendo el motor de frenado que se habÃa desprendido poco antes del alunizaje. El sistema, además de panorámicas, pudo obtener imágenes estereoscópicas que daban sensación de profundidad. Otra serie de experimentos constatarÃa que aproximadamente el 25% de las partÃculas que impactan sobre la superficie lunar son "reflejadas" de nuevo hacia el espacio.
El Luna-13 cerró con su misión toda una generación de sondas de alunizaje. En su relevo llegarÃan otros sistemas mucho más sofisticados y pesados, que precisarÃan un cohete mayor, capaces incluso de recoger muestras del suelo lunar y llevarlas a salvo de regreso a la Tierra.
| 
			 Nombres  | 
			
			 Lanzamiento  | 
			
			 Hora (UTC)  | 
			
			 Cohete  | 
			
			 PolÃgono  | 
			
			 Identificación  | 
		
| 
			 Luna-9 (E-6M No. 202)  | 
			
			 31 de enero de 1966  | 
			
			 11:41:37  | 
			
			 8K78M (U103-32)  | 
			
			 NIIP-5 LC31  | 
			
			 1966-6A  | 
		
| 
			 Luna-13 (E-6M No. 205)  | 
			
			 21 de diciembre de 1966  | 
			
			 10:17  | 
			
			 8K78M (N103-45)  | 
			
			 NIIP-5 LC1  | 
			
			 1966-116A  | 
		




