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Viernes, 04 de Julio de 2014
Antropología

¿Comer insectos contribuyó al desarrollo cerebral de los primeros humanos?

Cuando la comida escasea, los alimentos vegetales ya no dan más de sí, y las presas de buen tamaño son muy inferiores en número a las de tamaño minúsculo, comer insectos puede ser el único modo factible de nutrirse de carne. Sin embargo, los insectos, por su pequeño tamaño, no son fáciles de detectar y atrapar.

 

Hace tiempo que se reconoce a las dificultades asociadas a encontrar comida como algo importante en el proceso de modelar la evolución del cerebro y la cognición en primates, incluyendo humanos.

 

La necesidad de subsistir, durante largas temporadas, de una dieta rica en hormigas y otros insectos y animales diminutos podría haber espoleado el desarrollo de cerebros más grandes y funciones cognitivas de más alto nivel en los ancestros de los humanos actuales y de otros primates. Esta es la conclusión a la que ha llegado en una investigación el equipo de la antropóloga Amanda D. Melin de la Universidad Washington en San Luis de Misuri, Estados Unidos, así como la bióloga Hilary C. Young y las antropólogas Krisztina N. Mosdossy y Linda M. Fedigan, las tres últimas de la Universidad de Calgary, en Canadá.

 

Basándose en un estudio de cinco años sobre monos capuchinos en Costa Rica, la investigación apoya la teoría evolutiva que enlaza el desarrollo de las habilidades sensoriomotoras, tales como una destreza manual notable, el uso de herramientas, y la adopción de soluciones innovadoras para problemas, a los retos creativos inherentes a localizar insectos y otras fuentes de comida que se encuentren enterrados, ocultos bajo otras superficies o que sean difíciles de localizar y atrapar por cualquier otro motivo.

 

[Img #20834]

 

Este estudio es el primero que proporciona pruebas de campo detalladas sobre cómo los cambios estacionales en la disponibilidad de alimentos influyen en los patrones de búsqueda de comida de los monos capuchinos salvajes.

 

Las científicas comprobaron que los monos capuchinos comen insectos difíciles de encontrar todo el año, pero intensifican su consumo estacionalmente, durante la temporada en que su comida preferida, la fruta madura, es menos abundante.

 

Los monos capuchinos son modelos excelentes para examinar la evolución del tamaño del cerebro y la inteligencia ya que para su pequeño tamaño corporal, poseen cerebros impresionantemente grandes.  Saber acceder a los insectos ocultos y bien protegidos que viven en las ramas de los árboles y bajo las cortezas es una tarea cognitivamente exigente.

 

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