Astrofísica
El misterio de los pulsos ultrabreves de ondas de radio que llegan del cosmos
El descubrimiento de un fogonazo de ondas radio con una duración de una fracción de segundo por parte de científicos que utilizaron el radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico proporciona nuevas e importantes evidencias de la existencia de pulsos misteriosos que parecen provenir de las profundidades del espacio exterior y de cuya fuente de generación no se sabe nada.
El hallazgo, realizado por un equipo internacional de astrónomos, supone la primera vez que un radiofogonazo ultrabreve ha sido detectado utilizando un instrumento distinto al radiotelescopio de Parkes en Australia. Los científicos que han venido usando este radiotelescopio australiano han registrado varios de tales eventos, pero la falta de descubrimientos similares por parte de otros observatorios había llevado a especular sobre la posibilidad de que el instrumento australiano pudiera haber estado captando señales originadas en fuentes situadas en la Tierra o muy cerca de ella.
Los resultados de la nueva investigación, a cargo del equipo de Victoria Kaspi, de la Universidad McGill en Montreal, Canadá, Laura Spitler, ahora en el Instituto Max Planck de Radioastronomía (MPIfR) en Bonn, Alemania, y James Cordes, de la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York, Estados Unidos, son importantes porque eliminan cualquier duda sobre el origen cósmico de estos fogonazos de radio. Las ondas de radio muestran todas las huellas de proceder de muy lejos, de lugares muy alejados de nuestra galaxia.
Lo que podría estar causando tales fogonazos de radio está resultando ser un nuevo e importante enigma para los astrofísicos.
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El pulso inusual que ha servido de base para el nuevo estudio fue detectado el 2 de noviembre de 2012, en el Observatorio de Arecibo, que está bajo los auspicios de la Fundación Nacional de Ciencia (NSF) de Estados Unidos y emplazado en Puerto Rico, y que es uno de los radiotelescopios más grandes y más sensibles del mundo, con un diámetro de plato de 305 metros.
Si bien los radiofogonazos ultrabreves duran apenas unas pocas milésimas de segundo y han sido muy raramente detectados, el equipo internacional de científicos que ha analizado la señal captada en el radiotelescopio de Arecibo confirma las estimaciones previas de que estos extraños fogonazos cósmicos deben ocurrir aproximadamente 10.000 veces al día en todo el cielo. Este número sorprendentemente alto se infiere calculando cuánta porción de cielo era observada, y durante cuánto tiempo.
El brillo y la duración de este evento, y el ritmo inferido con el que suceden estos fogonazos, encajan por completo con las propiedades de los detectados previamente por el radiotelescopio de Parkes en Australia.




