Astronomía
Los extraños rasgos geoquímicos de Vesta
Un nuevo misterio se ha sumado a los muchos que encierra Vesta, un asteroide gigante al que también se puede considerar un protoplaneta. Una investigación reciente pone de manifiesto en él varios rasgos geoquímicos extraños. Además, lo descubierto cuestiona modelos muy aceptados de la formación de planetas rocosos, incluyendo la de la Tierra.
Con sus 530 kilómetros de diámetro, el asteroide Vesta es uno de los embriones planetarios más grandes conocidos. Se creó al mismo tiempo que el Sistema Solar. Debido a su gran interés científico, la NASA envió la nave Dawn hacia una órbita alrededor de Vesta, donde permaneció durante un año (http://noticiasdelaciencia.com/not/5149/), entre julio de 2011 y julio de 2012.
Un equipo de investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza, así como de las universidades de Berna en Suiza, Bretaña en Francia y Arizona en Estados Unidos, ha realizado un detallado análisis de los datos recopilados por la Dawn.
El hallazgo más llamativo de este análisis es que la corteza del asteroide es casi tres veces más gruesa de lo esperado. Los resultados de este estudio no solo obligarán a replantearse muchas cosas sobre la estructura de este objeto celeste, situado entre Marte y Júpiter, sino que también desafían a un componente fundamental en los modelos de formación de los planetas, concretamente la composición de la nube original de material de la que se formaron los planetas y otros astros de nuestro sistema solar.
El equipo de Harold Clenet también ha estudiado la composición de las rocas esparcidas por los suelos de Vesta. Lo más asombroso en este caso es la ausencia en la superficie del astro de un mineral en particular, el olivino.
![[Img #21654]](upload/img/periodico/img_21654.jpg)
El olivino es un componente principal de los mantos planetarios, y debería haberse encontrado en grandes cantidades en la superficie de Vesta, debido a que un doble impacto meteorítico, según las simulaciones informáticas, "taladró" el polo sur del astro hasta una profundidad de 80 kilómetros, catapultando grandes cantidades de materiales hacia la superficie.
Los dos impactos fueron tan potentes, que más del 5 por ciento de los meteoritos encontrados en la Tierra proceden de Vesta. Pero estos cataclismos no fueron lo bastante fuertes como para alcanzar el manto del asteroide. Los meteoritos que se originaron en Vesta y se han hallado en la Tierra confirman esto, dado que, por regla general, les falta olivino, o contienen sólo cantidades ínfimas en comparación con las observadas en los mantos planetarios. La nave Dawn tampoco encontró olivino en las cercanías de los dos cráteres de impacto. Esto significa que la corteza del asteroide no tiene un grosor de 30 kilómetros, como sugerían los modelos, sino de más de 80 kilómetros.



