Ecología
Las vidas que se salvarían al pasar a usar de forma multitudinaria vehículos impulsados por electricidad limpia
Desplazarse usando vehículos energizados por electricidad obtenida de fuentes limpias y renovables, en vez de fuentes sucias y fósiles como el petróleo, podría reducir en un 70 por ciento las muertes debidas a la contaminación del aire. Esta es la impactante conclusión a la que se ha llegado en un análisis reciente del ciclo de vida de vehículos convencionales y alternativos y su impacto en la salud pública relacionada con la polución del aire.
El estudio, realizado por Chris Tessum, Jason Hill y Julian Marshall, de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos, muestra también que pasarse a vehículos energizados por electricidad generada usando gas natural es mejor para la salud que seguir empleando vehículos convencionales alimentados con gasolina. En cambio, los vehículos que funcionan con etanol procedente de cereales o energizados con electricidad generada por la combustión de carbón o con la “mezcla” típica de fuentes de la red general de suministro eléctrico son peores para la salud; cambiar de la gasolina a esos combustibles incrementaría el número de muertes provocadas por la polución del aire en un 80 por ciento o más.
Los hallazgos demuestran la importancia de la electricidad limpia a la hora de reducir de forma sustancial los efectos negativos que el transporte ejerce sobre la salud.
El equipo de la Universidad de Minnesota estimó cómo cambiarían las concentraciones de dos importantes contaminantes (materia particulada y ozono de baja altitud) como resultado de usar varias opciones para energizar a los vehículos. La contaminación del aire es el principal peligro ambiental para la salud en Estados Unidos, provocando el fallecimiento prematuro de más de 100.000 personas al año. En otras naciones, la situación es similar o incluso peor. Dicha contaminación incrementa las tasas de ataques al corazón, derrames cerebrales y enfermedades respiratorias.
El ozono es útil a gran altura, donde forma un escudo que nos protege de las radiaciones llegadas del espacio. Sin embargo, a baja altura suele hacer más daño que bien. Procesos antropogénicos como la combustión de gasolina generan indirectamente un aumento del ozono a baja altura.
Los autores del estudio examinaron biocombustibles líquidos, gasóleo (diésel), gas natural comprimido y electricidad procedente de una amplia gama de fuentes convencionales y renovables. Su análisis incluyó no solo la contaminación de los vehículos, sino también las emisiones generadas durante la producción de los combustibles o de la electricidad que los energizan. En el caso del etanol, por ejemplo, se libera contaminación al aire a partir de los tractores empleados en las granjas, los suelos después de que se les apliquen los fertilizantes, y a la hora de proporcionar la energía necesaria para la fermentación y la destilación de los cereales en etanol.