La princesa egipcia Ahmose-Meryet-Amon, nacida alrededor del año 1580 aC, y que vivió en Tebas (Luxor), es la persona más antigua a la que se le haya diagnosticado una enfermedad arterial coronaria.
Mediante escaneos por tomografía computerizada, el equipo que ha llevado a cabo el Estudio Horus ha investigado la aterosclerosis en 52 momias del Antiguo Egipto. Los resultados muestran la presencia de arterias reconocibles en 44 de las momias, y la de corazón identificable como tal en 16. La calcificación arterial (un marcador de la aterosclerosis) es evidente en diversos puntos de casi la mitad de las momias examinadas. Los investigadores han comprobado que la enfermedad era mucho más común en los egipcios maduros que en los jóvenes, como atestiguan los resultados del escaneo de momias de individuos maduros y su comparación con los resultados de los escaneos de momias de sujetos jóvenes.
Aunque relativamente común en otros puntos del cuerpo, la aterosclerosis en las arterias coronarias es evidente en sólo tres de las momias investigadas. En la princesa Ahmose-Meryet-Amon es probablemente en quien se aprecia con más claridad.
La princesa, que murió siendo aún bastante joven (unos cuarenta y tantos años), padeció de aterosclerosis en dos de sus tres arterias coronarias principales. A una persona actual en su estado se le recomendaría someterse a una cirugía, tal como indica el Dr. Gregory S. Thomas, de la Universidad de California en Irvine, Estados Unidos, y miembro del equipo del Estudio Horus.
Se suele considerar a la aterosclerosis como una enfermedad causada básicamente por el estilo de vida moderno pródigo en sedentarismo y excesos alimentarios, que abunda en las naciones industrializadas. Sin embargo, lo descubierto en esta nueva investigación pone en entredicho la validez de ese punto de vista de que la aterosclerosis es una enfermedad moderna. Es obvio que ya había casos de ella hace 3.500 años.
En opinión del Dr. Thomas y del Dr. Adel Allam (de la Universidad of Al-Azhar en El Cairo), hay tres factores que podrían explicar esa enfermedad en la princesa.
Para empezar, es probable que haya algún factor desconocido de riesgo de enfermedad cardiovascular, que podría además ser hereditario.
Puede también que la reacción inflamatoria a las frecuentes infecciones parasitarias que afectaban a la población del Antiguo Egipto fuese capaz de predisponer a ciertos sujetos a sufrir una enfermedad coronaria.
Y tampoco puede descartarse el papel de la dieta. En el Antiguo Egipto, la mayoría de la gente tenía una dieta rica en verdura y fruta, y con una cantidad limitada de carne; una dieta bastante buena desde el punto de vista de la salud cardiovascular. Sin embargo, debido a la elevada categoría social que la princesa Ahmose-Meryet-Amon tenía como hija de un faraón, parece probable que se alimentase de productos más apetitosos y considerados de lujo en aquel lugar y época, sin ser consciente de que su consumo excesivo perjudicaba su salud. Previsiblemente, la princesa no solía consumir mucha verdura y fruta, pero sí mucha carne, mantequilla y queso. Un factor de riesgo adicional, el de demasiada sal en la comida, también debía estar presente, dado que en aquellos tiempos la conservación de bastantes alimentos de alto valor se hacía aplicándoles sal.
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Esta línea de investigación con momias de 3.500 años de antigüedad para intentar averiguar qué incidencia tenían las enfermedades cardiovasculares en la sociedad egipcia de la época, o por lo menos en la élite cuyos cuerpos eran momificados y preservados, cuenta, entre otros trabajos pioneros, con el realizado en 2009 por el Dr. Michael Miyamoto y sus colegas estadounidenses y egipcios. En ese trabajo ya se logró identificar indicios de aterosclerosis en algunas momias egipcias.