Un cielo con dos soles es una de las imágenes más comunes para demostrar de
manera rotunda en una película de ciencia-ficción que un paisaje planetario es
de fuera de nuestro sistema solar. Pero, ¿de qué modo podría verse influenciada
la hipotética vida en un planeta si éste cuenta con dos soles en vez de sólo
uno?
La fotosíntesis, que permite aprovechar la luz solar para aplicaciones
biológicas, es una base directa o indirecta sobre la que se sustenta la mayor
parte de la vida en la Tierra. Es la fuente de energía para las plantas y, por
lo tanto, de modo indirecto para los animales en la cumbre de la cadena
alimentaria. Con múltiples fuentes de luz aprovechable, la vida en otras
regiones del cosmos puede haberse adaptado para utilizar la luz de todos los
soles, o bien puede haber distintos seres especializados en usar la luz de uno u
otro sol. Ésta última opción puede ser la más probable en planetas donde parte
de la superficie está iluminada por sólo un sol durante largos períodos de
tiempo.
Si un planeta se encuentra en un sistema con dos o más estrellas, tendría
potencialmente varias fuentes de energía para efectuar la fotosíntesis. La
temperatura de una estrella determina su color y, por tanto, el color de la luz
utilizada para la fotosíntesis. Dependiendo de los colores de esa luz estelar,
los vegetales pueden haber evolucionado de modo muy diferente.
Jack O'Malley-James y Jane Greaves de la Universidad de St Andrews, John
Raven de la Universidad de Dundee y Charles Cockell de la Universidad Abierta
(Open University), todas del Reino Unido, han evaluado el potencial de la vida
fotosintética en sistemas multiestelares con diferentes combinaciones de
estrellas similares al sol y enanas rojas.
Las estrellas enanas rojas son las más comunes en nuestra galaxia, y a
menudo están presentes en sistemas de más de una estrella. Las enanas rojas son
muy longevas y tienden a tener una actividad estable, dos cualidades óptimas
para todo escenario plausible de la vida.
En cuanto a las estrellas similares al Sol, también son bastante
abundantes, y se sabe ya de la existencia de planetas en órbita a algunas de
ellas.
Más del 25 por ciento de las estrellas similares al Sol, y alrededor del 50
por ciento de las enanas rojas se encuentran en sistemas
multiestelares.
En las simulaciones realizadas por el equipo de investigación, los planetas
similares a la Tierra orbitan en torno a dos estrellas muy cercanas la una de la
otra, o bien lo hacen alrededor de una de ellas cuando la separación entre ambas
es grande. El equipo también examinó combinaciones de estos escenarios, con dos
estrellas muy cercanas la una de la otra y una tercera bastante más alejada de
ellas.
Los resultados de las simulaciones indican que los planetas en sistemas
multiestelares pueden albergar vegetales con características mucho más exóticas
que las poseídas por las plantas ordinarias que conocemos en la
Tierra.
Por ejemplo, plantas iluminadas por las tenues enanas rojas pueden ser de
un color muy oscuro, definible como negro, para así poder absorber toda la gama
de longitudes de onda de luz visible a fin de aprovechar al máximo la luz
disponible. También podrían utilizar luz ultravioleta o bien infrarroja para
efectuar la fotosíntesis.
Para los planetas que orbitan dos estrellas como la nuestra, las
radiaciones nocivas de las intensas erupciones solares podrían haber conducido a
vegetales que hubieran desarrollado sus propios filtros solares para bloquear
emisiones dañinas de rayos ultravioleta.
![[Img #2657]](upload/img/periodico/img_2657.jpg)
Los vegetales en un planeta similar a la Tierra pero con dos o tres soles,
podrían ser de color negro o gris, según los resultados de las
simulaciones.
El posible color negro para los vegetales extraterrestres es una conclusión
a la que también se llegó en un estudio de 2007 del que ya hablamos entonces en
Noticias de la Ciencia y la Tecnología.
Muchos vegetales en la Tierra son verdes a causa de la clorofila, la cual aprovecha la energía del Sol para elaborar azúcares que se emplearán en su
metabolismo. En los planetas de otros sistemas solares, es probable que los
vegetales tengan pigmentos diferentes, adecuados para absorber las longitudes de
onda disponibles en sus mundos.
Por otra parte, los vegetales de la Tierra tienen una eficiencia que no es
la máxima posible, ya que desperdician cierta cantidad de luz, la de color
verde. Lo ideal para un vegetal sería una molécula negra que absorbiera la
totalidad de la luz recibida. Y éste podría ser el caso de un sistema de
fotosíntesis desarrollado en un planeta apto para la vida pero con condiciones
ambientales "exóticas", donde la evolución hubiera alcanzando el estado de
máxima eficiencia.
Ello conllevaría a que los vegetales fuesen del todo negros. ¿Sabríamos
percatarnos de ellos mediante los datos captados a gran distancia? ¿O los
pasaríamos por alto porque estamos anclados en el arquetipo de la vegetación
verde?
El profesor Robert Blankenship, de la Universidad Washington en San Luis,
Missouri, Estados Unidos, y colaborador de la NASA, realizó, junto a otros
científicos, dos estudios sobre los tipos de señales que conviene buscar para
detectar posibles formas de vida calificable como "vegetal", basadas en la
fotosíntesis. En esa línea de investigación, también se ha analizado la cuestión
de qué aspecto podrían presentar estos otros mundos, como consecuencia de la
presencia en ellos de tales formas de vida.