Paleontología
Inesperada diversidad anatómica en las especies humanas predecesoras del Homo Sapiens
Una investigación reciente sobre especies humanas predecesoras del Homo Sapiens ha revelado que entre ellas no solo hubo diferencias notables en las características anatómicas de la cabeza como se dedujo en estudios previos, sino que además diferían claramente en relación a otras partes de sus esqueletos y tenían formas corporales generales distintas.
Durante la evolución de los homíninos (Homininae, subfamilia de primates de la familia Hominidae), hubo un cambio no solo en la morfología craneal sino también en la del resto del esqueleto entre el Australopithecus y el género Homo. Dada la escasez de restos asociados a los Homo más primitivos, sin embargo, se sabe relativamente poco sobre la morfología del esqueleto de aquellos primeros miembros de este género, más allá del cráneo. Ya se sabía de indicios de diversidad entre especies en el resto del esqueleto, pero hasta ahora el conocimiento de la naturaleza y el alcance de las potenciales diferencias había sido limitado.
El equipo internacional de Carol Ward, profesora de patología y ciencias anatómicas en la Escuela de Medicina de la Universidad de Misuri en la ciudad estadounidense de Columbia, encontró en Kenia fósiles de pelvis y fémur de 1,9 millones de años de antigüedad, correspondientes a un ancestro humano primitivo. Los análisis de estos restos han revelado una mayor diversidad en el árbol familiar humano que lo que habían supuesto previamente los científicos.
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Los fósiles óseos humanos de pelvis y de fémur, con una antigüedad de 1,9 millones de años, han permitido determinar que las especies de humanos primitivos diferían anatómicamente entre ellas mucho más de lo que se ha venido creyendo hasta ahora. (Foto: Universidad de Misuri)
Claramente, estos nuevos fósiles denotan que las especies primitivas de nuestro género, Homo, se diferenciaban entre sí más de lo que se ha venido creyendo. Diferían no solo en sus caras y mandíbulas, sino también en el resto de sus cuerpos. La vieja imagen de una evolución lineal desde el simio hasta el humano, con pasos intermedios siempre correlativos y en una única dirección, está demostrando ser inexacta. Todo apunta a que la evolución discurrió hacia rasgos físicos humanos diferentes en especies distintas antes de que las otras ramificaciones finalizasen con la extinción, dejando tan solo a la que culminó en el Homo sapiens.



