Astrofísica
Los fieros vientos de partículas en las cercanías de los agujeros negros
Una investigación revela una notable característica, que se sospechaba pero no había sido demostrada hasta ahora, acerca de los fieros vientos de partículas en las cercanías de los agujeros negros.
Un agujero negro es básicamente el cadáver de una estrella prensada sobre sí misma por su propia gravedad, al faltarle la fuerza que la mantenía "hinchada". Una vez alcanzado ese estado colosal de compresión, su campo gravitacional se vuelve tan poderoso que absorbe todo lo que pase cerca, incluyendo la mismísima luz. Por eso no emite ni refleja luz alguna. La absorción de materia de su entorno, así como eventuales fusiones con otros agujeros negros, pueden hacer que un agujero negro llegue a tener una masa formidable. Los agujeros negros más masivos suelen estar en el centro de las galaxias.
Los quásares son núcleos brillantes de galaxias y albergan un agujero negro supermasivo. La actividad de este absorbiendo materia es tan frenética que en el disco de acreción que rodea al agujero negro se generan colosales chorros de radiación. Si un chorro de esta clase apunta en dirección a la Tierra, el disco de acreción y el chorro pueden aparecer como un quásar, el cual habitualmente es capaz de brillar un centenar, o incluso miles, de veces más que su galaxia.
La evolución de las galaxias está conectada con el crecimiento de los agujeros negros supermasivos en sus centros. Durante la fase de quásar, se emite una enorme luminosidad a medida que cae materia en el interior del agujero negro, y los vientos dirigidos por la radiación pueden transferir la mayor parte de esta energía de nuevo a la galaxia anfitriona. Con su influencia sobre su entorno, los agujeros negros supermasivos lanzan materia contra otras regiones de sus galaxias anfitrionas, con vientos que viajan hasta a un tercio de la velocidad de la luz y emitiendo rayos X.
Analizando observaciones hechas por los satélites astronómicos NuSTAR de la NASA y XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea (ESA), el equipo internacional de Fiona Harrison, del Instituto Tecnológico de California (Caltech) en Pasadena, Estados Unidos, ha demostrado que los violentos vientos de PDS 456, un agujero negro situado a más de 2.000 millones de años-luz de distancia y que alimenta a un quásar extremadamente brillante, circulan hacia el exterior del sistema en todas direcciones.
En el nuevo estudio los astrónomos también han determinado que PDS 456 genera vientos que transportan más energía cada segundo que la emitida por más de un billón de soles.
Este descubrimiento ha proporcionado a los astrónomos su primera oportunidad de medir la intensidad de estos vientos ultrarrápidos y de demostrar que son lo bastante potentes como para inhibir la capacidad de la galaxia anfitriona de forjar nuevas estrellas.