Biología
El secreto genético de la colonización de otros continentes por la mosca de la fruta
La mosca de la fruta, Drosophila melanogaster, sólo existía en el África subsahariana, pero hace unos 10.000 años comenzó a colonizar Asia y Europa.
Este período marcó el inicio de la agricultura humana y la domesticación de gatos y bueyes, pero no existen evidencias para creer que las prácticas agrícolas iniciales estuvieran asociadas a un calentamiento global significativo.
Por tanto, se cree que la propagación de la mosca de la fruta hacia el norte tuvo que estar más relacionada con los factores genéticos que con los cambios ambientales.
Una prueba interesante sobre este mecanismo la aporta ahora Christian Schlotterer del Instituto de Genética Poblacional adscrito a la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena, en Austria.
Las moscas de la fruta que se desplazaron desde el África subsahariana hacia nuevos territorios se enfrentaron a condiciones ambientales muy diferentes de aquellas a las que estaban acostumbradas.
La condición más obvia es la temperatura media, considerablemente más baja que la existente en el África subsahariana. El éxito en su colonización indica que las moscas se tuvieron que acabar adaptando a las temperaturas más bajas, con el paso de sucesivas generaciones y la supervivencia de los individuos más aptos.
Como resultado de estos diez mil años de evolución, ahora las poblaciones de moscas del África subsahariana difieren de modo notable de las de Europa, principalmente en una serie de características relacionadas con la temperatura (la pigmentación, el tamaño y la resistencia al frío).
Un trabajo previo de Schlotterer ya había sugerido que un solo gen, conocido como Crm, podría estar involucrado en el proceso que ayudó a las moscas a sobrevivir en un ambiente más frío, pero faltaban pruebas concluyentes.
El nuevo estudio, en el que ha intervenido de manera decisiva Jean-Michel Gibert del laboratorio de Schlotterer, ha permitido obtener una prueba de ello.