Entomología
El secreto de los escarabajos capaces de disparar un chorro hirviente de una sustancia irritante
Los escarabajos bombarderos, que existen en todos los continentes excepto la Antártida, tienen una vida bastante fácil. Prácticamente ningún animal los caza, gracias a un mecanismo de defensa particularmente efectivo: cuando son molestados o atacados, los escarabajos producen una explosión química interna en su abdomen y expelen un chorro de líquido hirviente e irritante hacia sus atacantes.
Este mecanismo de defensa es altamente efectivo, haciendo que los escarabajos bombarderos sean imposibles de cazar para la mayoría de vertebrados e invertebrados (excepto unos pocos depredadores especializados que han desarrollado contramedidas contra la erupción nociva).
El misterio evidente acerca de esta habilidad de los escarabajos bombarderos, que ha maravillado a la gente y desconcertado a la comunidad científica desde tiempos inmemorables, es cómo estos insectos con un tamaño de algo más de 1 centímetro (media pulgada) consiguen generar esa feroz erupción nociva sin sufrir ellos mismos daño físico alguno.
Ahora este enigma ha sido resuelto, gracias a la investigación realizada por Wendy Moore, de la Universidad de Arizona en Tucson, Eric M. Arndt y Christine Ortiz, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge, y Wah-Keat Lee, actualmente del Laboratorio Nacional de Brookhaven, en Upton, Nueva York, y antes en el Laboratorio Nacional de Argonne, todas estas instituciones en Estados Unidos.
Humareda flotando alrededor de la mano de un investigador después de que un escarabajo bombardero de la especie Brachinus elongatulus haya disparado un chorro de benzoquinona en respuesta a ser agarrado con fórceps. (Foto: Charles Hedgcock / University of Arizona / charleshedgcock.photoshelter.com)
El líquido que estos escarabajos expulsan se llama benzoquinona, y en realidad es un agente defensivo bastante común entre los insectos. Pero los escarabajos bombarderos son únicos en su habilidad de supercalentarlo y expulsarlo en forma de chorro intenso y pulsante.
La clave de su misteriosa habilidad está en que sintetizan la sustancia en el momento de su uso, mezclando dos precursores químicos en una cámara protegida en sus cuartos traseros. A medida que los materiales se combinan para formar el agente irritante, se produce también un calor intenso, fruto de la reacción química, que lleva al líquido hasta casi el punto de ebullición, y en el proceso, genera la presión necesaria para expulsarlo en forma de chorro.