Ingeniería
Usar las variaciones aleatorias en chips de silicio para diferenciar entre productos genuinos y falsificaciones
Se dice a menudo que no puede haber dos personas con la misma huella dactilar. Debido a eso, la policía las usa frecuentemente como prueba para relacionar a un sospechoso con la escena de un crimen.
Lo mismo se aplica a los chips de silicio: Los procesos de fabricación causan variaciones microscópicas en los chips que son impredecibles, permanentes e imposibles de clonar.
La empresa Verayo, cofundada por Srini Devadas, profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, está ahora valiéndose de estas variaciones no clonables para identificar de forma única los chips de silicio utilizados en etiquetas electrónicas de productos. De este modo, dichas variaciones pueden ser escaneadas a través de dispositivos móviles y autentificadas, ayudando así a la lucha contra la falsificación.
Según un informe de 2013 de las Naciones Unidas, entre el 2 y el 5 por ciento de los bienes comercializados internacionalmente, incluyendo electrónica de consumo, alimentos y fármacos, son falsificaciones, lo que constituye un fraude contra el consumidor y en casos como el de los medicamentos puede incluso amenazar su vida.
El sistema de autentificación de Verayo es de bajo costo y se podría definir coloquialmente como la biometría del silicio, tal como apunta Devadas.
![[Img #27376]](upload/img/periodico/img_27376.jpg)
Verayo ha creado tecnología que hace un seguimiento de las variaciones aleatorias en los chips de silicio, para asignarles “huellas dactilares” únicas. Integrados en etiquetas de identificación por radiofrecuencias (mostradas aquí), los chips pueden ser escaneados por un aparato móvil o lector para determinar si la etiqueta es auténtica. (Foto: Verayo)
La tecnología de Verayo está basada en la investigación pionera de Devadas sobre estas variaciones dentro de los chips de silicio, que causan diminutas diferencias de velocidad en su respuesta ante las señales eléctricas.
Con dicha tecnología, a los chips fabricados se les asignan grupos de números de 128 bits (basados en esas diferencias de velocidad), que son almacenados en una base de datos en la nube. Integrados dentro de etiquetas de identificación por radiofrecuencias (RFID, por sus siglas en inglés), utilizadas habitualmente para monitorizar bienes en grandes almacenes, los chips pueden ser escaneados por un aparato móvil o lector que hará una búsqueda en la base de datos para determinar si la etiqueta es auténtica. Se utiliza un número de 128 bits diferente para cada autentificación.



