En la catástrofe nuclear de Fukushima Daiichi, provocada por el terremoto y el tsunami japoneses del 11 de Marzo de 2011, las emisiones de isótopos radiactivos de yodo, cesio y otros no sólo han afectado a la tierra y a la atmósfera sino también al mar.
Las autoridades japonesas admitieron finalmente que la gravedad de la catástrofe en la central nuclear es de nivel 7, que es el nivel más alto en la escala internacional, y sólo comparable con el accidente de Chernóbil hace 25 años. Se ha hablado, no obstante, de agregar un nivel más a la escala, el 8, y trasladar a ella el desastre de Chernóbil por considerársele peor que el de Fukushima Daiichi. Sin embargo, en el caso del mar, el impacto de Fukushima Daiichi supera al de Chernóbil, tal como alerta Ken Buesseler, oceanógrafo químico del Instituto Oceanográfico de Woods Hole, en Estados Unidos.
Ya se detectaron radionucleidos en el mar, provenientes de la central de Fukushima Daiichi, en aguas costeras a entre cinco y diez kilómetros al sur de la planta nuclear, y unos 30 kilómetros mar adentro.
"Los niveles de radionucleidos son como mínimo un orden de magnitud superiores a los niveles más altos registrados en 1986 en el Mar Báltico y el Mar Negro, las dos masas de agua marina más cercanas a Chernóbil", dictamina Buesseler.
El equipo de Buesseler ha recibido una subvención, de la División de Ciencias Oceánicas de la Fundación Nacional estadounidense de Ciencia, para determinar las concentraciones normales de ciertos radionucleidos en los océanos Atlántico y Pacífico antes de recibir la contaminación radiactiva proveniente de Fukushima Daiichi.
Buesseler y sus colegas harán este trabajo valiéndose de una red de estaciones de muestreo que ya están preparadas para tomar las muestras requeridas de agua de mar.
A raíz de la catástrofe de Chernóbil, la comunidad científica aprendió mucho acerca del destino de la lluvia radioactiva (las partículas radiactivas esparcidas por una explosión atómica o un accidente nuclear, que acaban depositándose en tierra o en el mar), y también sobre cómo usar esa "lluvia" o "ceniza" como un marcador para medir la rapidez con la que los sedimentos críticos se acumulan y las aguas oceánicas se mezclan.
Después de Chernóbil, se midió lluvia radiactiva no sólo en las muestras acuáticas cercanas a la central, tales como las del Mar Negro, sino también en lugares tan distantes como el sector norte del Océano Pacífico.
Debido al vínculo existente entre la atmósfera y los océanos, cabe esperar que, más tarde o más temprano, los radionucleidos presentes en la primera también aparezcan en los segundos, aunque sea en concentraciones muy bajas, tal como explica la oceanógrafa química Henrieta Dulaiova de la Universidad de Hawái.
Ella vigila las aguas marítimas para determinar las concentraciones iniciales normales de radionucleidos, y medir la difusión de los emitidos al mar por la central nuclear de Fukushima Daiichi.
Para saber cómo el océano y la atmósfera experimentarán esta contaminación en los próximos años, primero se necesita tener una idea clara de la situación previa a esta propagación de partículas radiactivas.
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El estudio se concentra sobre todo en el Pacífico Central, e incluye las aguas costeras y las de alta mar de la zona de las islas de Hawái, Guam y Midway.
La proximidad de Hawái a Japón la convierte en un punto importante de vigilancia externa. El equipo de investigación recoge muestras de agua del litoral cada semana, y de agua de alta mar cada mes.
También se recogen muestras quincenales de las inmediaciones de la Isla de Guam, así como muestras obtenidas de buques que navegan por el Pacífico Occidental.
Las muestras se analizan con especial atención a los isótopos de cesio, cuya "firma" permite a los científicos identificar radionucleidos liberados desde Fukushima.
Dulaiova también planea ocuparse de otros radionucleidos, como los de yodo y estroncio, así como algunos actínidos, todo lo cual proviene de la central nuclear de Fukushima Daiichi.
Los actínidos son elementos cuyos números atómicos no son menores que 89, y por lo general emiten radiactividad.
Los datos sobre esos niveles normales de tales materiales en el mar antes de recibir la contaminación radiactiva proveniente de Fukushima Daiichi se necesitan a fin de que cualquier análisis posterior para medir la gravedad de las emisiones, el nivel de bioacumulación de radionucleidos en la red alimentaria marina, u otros parámetros sobre ciertos procesos oceánicos y pautas de dispersión de los radioisótopos, cuente con la necesaria información sobre el estado anterior de las aguas para así poder hacer comparaciones fiables.