Zoología
El mejor padre del reino animal
Aunque los humanos tendemos a presumir de ser buenos padres y buenas madres, al parecer el papel masculino de mejor padre del reino animal está bastante disputado. El rival principal para el padre humano es el macho de un tipo de monos conocidos popularmente con nombres como monos Mirikiná, monos búho o micos nocturnos, y que son comunes en lugares como Argentina. Pesan alrededor de 1,3 kilogramos (unas 3 libras), tienen ojos marrones y grandes, usan un amplio repertorio de sonidos vocales, y se muestran activos tanto de día como de noche.
Cada vez hay más investigaciones indicando que los machos de esta especie dedican mucho tiempo a criar, cuidar y proteger a sus hijos.
Estos padres dedican a su prole más tiempo que el invertido por sus madres, en tareas como jugar con los hijos, acicalarlos, darles comida y transportarlos a cuestas. Eduardo Fernández Duque, profesor en la Universidad Yale en New Haven, Connecticut, Estados Unidos, ha tenido oportunidad de comprobarlo durante cerca de veinte años, en los que ha estudiado a los monos búho en su hábitat natural. Él y su esposa y colega Claudia Valeggia, antropóloga biológica en la misma universidad, montaron un lugar de observación en el nordeste de Argentina, en unas 69 hectáreas de bosque dentro de un rancho de ganado de 25.000 hectáreas, en la región de Chaco. Desde 1996, el Owl Monkey Project (Proyecto Mirikiná) ha producido mucha información sobre los hábitos sociales de estos pequeños primates arborícolas.
En años recientes, estos investigadores y sus colegas han encontrado que los monos búho son los primeros entre las especies de primates, y apenas los cuartos entre los mamíferos que viven en pareja, que demuestran monogamia genética, o fidelidad sexual real, entre sus miembros.
Fernández Duque cree que la monogamia del mono búho podría tener que ver con la comida. Las principales fuentes de alimento están distribuidas geográficamente en pequeñas agrupaciones, que por regla general solo permiten sustentar a una pareja adulta con sus crías.
Todo apunta a que a medida que la monogamia social se desarrolló entre los monos búho, la estrecha relación entre machos y hembras ayudó a su vez al desarrollo de la monogamia genética. La implicación de los machos en el cuidado de las crías ayudó a las hembras a recuperarse del embarazo más deprisa y proporcionó a la descendencia una mejor oportunidad de supervivencia.