Astronomía
Vestigios en meteoritos del impacto colosal en la Tierra que condujo a la formación de la Luna
La mayor colisión conocida en la zona interior del sistema solar fue la colisión gigantesca, entre un protoplaneta grande y la protoTierra, que creó la Luna. Fragmentos de kilómetros de diámetro expulsados por este impacto golpearon a los asteroides del cinturón principal a velocidades mucho más altas que las de las colisiones típicas en dicho cinturón, calentando su superficie y dejando huellas duraderas y delatadoras del suceso.
El equipo de Bill Bottke, del Instituto de Investigación del Sudoeste en Boulder, Colorado, Estados Unidos, y Timothy Swindle, director del Laboratorio Lunar y Planetario de la Universidad de Arizona en el mismo país, modeló la evolución de los escombros gigantes procedentes del impacto, y ha analizado sus firmas de calor sobre meteoritos pétreos, llegando a la conclusión de que efectivamente hubo fragmentos del Gran Impacto que golpearon al cinturón de asteroides.
Modelando la evolución que con el paso del tiempo debieron experimentar los restos del impacto, y encajando los resultados con las firmas de calor producidas en los meteoritos pétreos, el equipo ha logrado inferir que la Luna se formó hace aproximadamente 4.470 millones de años, lo que concuerda con bastantes de las estimaciones hechas en investigaciones de años recientes. Los materiales más antiguos del sistema solar encontrados en meteoritos son unos 100 millones de años más antiguos.
![[Img #28776]](upload/img/periodico/img_28776.jpg)
Fragmento del meteorito de Cheliábinsk. Este trozo muestra una red altamente desarrollada de vetas delgadas de material fundido por un impacto (líneas oscuras), así como otras huellas delatadoras. El material oscuro en los bordes exteriores del meteorito no deriva del mismo fenómeno sino que es corteza de fusión creada durante la entrada atmosférica. (Foto: Qingzhu Yin, University of California-Davis)
Los impactos de alta velocidad dejan huellas impresionantes. Hacen más que producir cráteres: destrozan, mezclan, calientan y funden roca, dejando señales claramente indicadoras de la acción de un calor intenso que son visibles bajo un microscopio óptico.



