Paleontología
Los estudios filogenéticos permiten estimar eventos evolutivos
En sus orígenes, el estudio de la evolución de la vida en la Tierra se basaba exclusivamente en los fósiles. Pero en las últimas décadas la situación ha cambiado considerablemente. Debido a la gran disponibilidad de información molecular disponible, un gran número de árboles filogenéticos de especies actuales se publican cada año. Estos árboles evolutivos, que nos dicen cómo se emparentan las especies entre sí, usan una mínima información de los fósiles para proporcionar una escala temporal absoluta a los nodos que marcan la separación entre linajes. Pues bien, la disponibilidad de este tipo de información filogenética esta creciendo exponencialmente. Además, multitud de métodos analíticos desarrollados recientemente permiten, sólo a partir de los árboles filogenéticos de especies actuales, estimar los eventos evolutivos (especiación y extinción) que han dado lugar a esas especies actuales. La robustez de estos métodos se estima en comparación a simulaciones, pero sorprendentemente nadie había comparado estos resultados con la especiación y la extinción calculadas a partir del registro fósil, que es una evidencia directa del pasado (aunque con sus propias limitaciones, todo sea dicho). Científicos de la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Zaragoza y del Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid, en España, se han dedicado a cotejar estas dos fuentes de información.
Para comprobar si las dos fuentes nos están diciendo lo mismo hay que elegir un grupo zoológico con buen registro fósil y arboles filogenéticos consistentes. Ellos han elegido los rumiantes (jirafas, ciervos, búfalos, cabras, gacelas, antílopes…).
Los resultados son muy interesantes. Los nuevos métodos dan por hecho que los árboles filogenéticos de especies actuales son una buena representación de toda la diversidad que un grupo ha tenido durante toda su historia evolutiva. Se podría decir que en el caso de los rumiantes esto es más o menos cierto. El número de especies de rumiantes actuales ronda las 200 (de un total de más de 1200 que han existido en los últimos 50 millones de años) y éstas representan una importante variedad ecológica y morfológica. Pero incluso siendo este el caso, descubrimos que en el Oligoceno, entre hace 33 a 24 millones de años, los rumiantes sufrieron un momento de gran especiación, pero también de elevadas tasas de extinción. El resultado es que lo que quedó después del Oligoceno se parecía bastante poco a lo que había antes de este periodo. De modo que en el árbol de rumiantes actuales prácticamente sólo tenemos representados linajes que aparecieron al final del Oligoceno. Nada nos queda hoy de los linajes que desaparecieron en aquella tempestad evolutiva.
Incluso para un grupo diverso como los rumiantes, con un buen árbol filogenético que aún hoy recoge buena parte de su diversidad taxonómica y ecomorfológica, el alcance de los métodos filogenéticos tiene sus límites. Por supuesto, en otros casos podemos estar ante grupos en peor situación de partida, sin un registro fósil decente con el que comparar y con eventos dramáticos en el pasado más reciente que reduzcan aún más la historia evolutiva que podemos reconstruir a partir de las filogenias de especies actuales. (Fuente: Juan Lopez Cantalapiedra)



