Meteorología
Variaciones en la lluvia inducidas por la Luna
Dependiendo de su posición en el cielo, la Luna puede deformar levemente la atmósfera de nuestro planeta, y esta deformación provoca a su vez cambios sutiles pero medibles en la cantidad de lluvia que se precipite. Así lo indican los resultados de una nueva investigación acerca de las variaciones de precipitación inducidas por la marea atmosférica gravitatoria lunar y sobre sus repercusiones para la relación entre la lluvia tropical y la humedad.
Hasta donde saben los autores del estudio, este es el primero que relaciona de forma convincente la fuerza de marea de la Luna con las precipitaciones.
Tsubasa Kohyama y John M. Wallace, de la Universidad de Washington en la ciudad estadounidense de Seattle, iniciaron la investigación a raíz de que el primero se percatara, cuando estaba estudiando ondas atmosféricas, de una ligera oscilación en la presión del aire. A partir de ahí, ambos pasaron dos años haciendo un seguimiento del fenómeno.
Los cambios de presión del aire relacionados con la posición de la Luna fueron detectados por vez primera en 1847; y los relacionados con la temperatura, en 1932, en observaciones efectuadas desde tierra. En un estudio anterior realizado por los investigadores de la Universidad de Washington, se usó una cuadrícula global de datos para confirmar que la presión del aire en la superficie varía indudablemente con la posición de la Luna.
En la nueva investigación se ha determinado que el tirón gravitatorio de la Luna altera también ligeramente la cantidad de lluvia que cae. La gravedad lunar deforma la atmósfera terrestre y eso altera la presión atmosférica. La relación entre presión, temperatura y capacidad de retener humedad hace el resto.
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Kohyama y Wallace usaron 15 años de datos recogidos de 1998 a 2012 por el satélite TRMM (Tropical Rainfall Measuring Mission), de la NASA y la agencia japonesa JAXA, para mostrar que la cantidad de lluvia varía dependiendo de la posición de la Luna. El cambio, no obstante, es de solo una ínfima parte de la variación total de precipitación, de manera que no basta para afectar a otros aspectos del tiempo o para que las personas notemos la diferencia. Nadie debería coger o dejar el paraguas solo por la posición de la Luna, tal como advierte jocosamente Kohyama. En cambio, este efecto sí podría ser usado para probar modelos climáticos, a fin de comprobar si su física es lo bastante buena como para reproducir cómo el tirón de la Luna acaba por alterar la cantidad de lluvia caída.



