Salud
Radiofrecuencia facial, tratamiento rejuvenecedor indoloro para la piel
Durante muchos años, el combate contra las arrugas de la cara ha estado protagonizado por diversos tratamientos que podemos considerar agresivos para la piel. El conocido lifting, por ejemplo, tiene un inconveniente principal, y es que se trata de un método quirúrgico, con todo lo que ello representa. Otros tratamientos incluyen el láser ablativo, el peeling químico o la dermoabrasión, todos capaces de cumplir con su tarea pero que al mismo tiempo dañan la piel e implican un tiempo de recuperación y posibilidades de aparición de complicaciones.
Por fortuna, los centros especializados más avanzados disponen ya desde hace algún tiempo de una técnica mucho menos invasiva: la Radiofrecuencia Médica. Con ella se puede alcanzar un rejuvenecimiento de la piel sin dolor, operaciones ni cuidados especiales. Es igualmente apta para tratar la flacidez y otros problemas cutáneos.
Su funcionamiento es simple y sofisticado a la vez. Así, su aplicación sobre la piel de la cara, que denominamos tratamiento de radiofrecuencia facial, permite actuar sobre la dermis profunda, una de las tres capas (epidermis, dermis e hipodermis) de las que está compuesta nuestra piel. Cada una de estas capas tiene una estructura particular. Lo que hace la radiofrecuencia es trabajar selectivamente sobre dicha dermis profunda y sobre el tejido graso (en la hipodermis), dejando sin tocar la epidermis. Para ello un dispositivo genera un campo eléctrico cuya polaridad va cambiando para incitar al movimiento de las moléculas que forman la zona que nos interesa, es decir, provocando calor en ella. Básicamente, el sistema, que es altamente configurable (tipo de radiofrecuencia, niveles de energía, duraciones de aplicación, profundidades de trabajo, etc.), provoca que se activen las células llamadas fibroblastos, lo que provoca varios efectos, el principal de los cuales es la retracción del colágeno, su reestructuración y la creación de nuevas fibras (colagenogénesis). Dado que el colágeno, que es una proteína, es la sustancia que proporciona firmeza a nuestra piel, obtenemos la desaparición de las arrugas, por ejemplo. Con el método pueden tratarse también problemas diversos como la celulitis, la mencionada flacidez, la grasa localizada e incluso el acné.
Todo el tratamiento se efectúa tras un estudio que determina el procedimiento más indicado para nuestro problema. Se analiza el estado del colágeno y se calculan los tiempos de aplicación y las características de esta última. Una vez iniciado dicho tratamiento, el colágeno irá alcanzando progresivamente su estado más conveniente, sesión tras sesión, de tal manera que a partir de las seis semanas posteriores al comienzo se empiezan a notar claramente dichos cambios (si bien algunos de ellos ya son visibles desde la primera sesión), los cuales culminarán tras un período de dos a cuatro meses.
La radiofrecuencia facial mejora asimismo la circulación sanguínea en la zona tratada. De este modo, los nutrientes y el oxígeno llegan más fácilmente a ella y nuestra piel adopta un aspecto mucho más sano y joven.
La aplicación del tratamiento facial en la clínica especializada viene precedida por una limpieza total del cutis y una delimitación de las zonas a tratar. El aparato generador de radiofrecuencias se aplicará después sobre la piel, con la intermediación de un gel conductor, siendo movido poco a poco por el rostro, sin que el paciente sienta ningún dolor. La técnica es perfectamente aplicable a múltiples zonas, pero las más habituales son el cuello, los pómulos, la frente, la piel de alrededor de los ojos y la papada.
El resultado obtenido perdurará durante meses o años, en función de la naturaleza cutánea del paciente. Como tratamiento estético, suele ir acompañado por otras actuaciones y se beneficia de una dieta sana y una hidratación correcta del cuerpo.
La técnica es aplicable para cualquier persona sana que carezca de problemas cutáneos, como infecciones, en la zona a tratar. No es aconsejable en individuos con dispositivos eléctricos implantados, como marcapasos o en embarazadas. Si no hay ninguna contraindicación, podremos someternos a las sesiones, que durarán entre 30 y 60 minutos, se harán semanalmente y se prolongarán a lo largo de 10 a 15 ocasiones. Una vez concluido este período, bastará con hacer un seguimiento de mantenimiento cada medio año.