Psicología
Cómo afecta al cerebro el balanceo suave que nos relaja y adormece
Es bien sabido que mover con suavidad la cuna o el cochecito donde un bebé llora sin motivo aparente, sirve a menudo para tranquilizarle y hasta para conseguir que se duerma. Y que en los adultos, el vaivén de una mecedora o el de una hamaca, también tiene efectos relajantes, que pueden hacernos dormir con mayor facilidad.
El equipo de Sophie Schwartz de la Universidad de Ginebra, Suiza, se propuso verificar el alcance de este efecto y averiguar cómo incide en el cerebro.
Schwartz, Michel Mühlethaler, Laurence Bayer e Irina Constantinescu pidieron a doce voluntarios adultos que durmieran la siesta en una cama especial que podía permanecer estacionaria o bien moverse con suavidad. Todos los participantes eran personas sin insomnio, sin la costumbre de dormir la siesta, y que no sufrían una somnolencia excesiva durante el día.
Cada participante durmió dos siestas de 45 minutos por la tarde, una con la cama en modo estacionario y la otra con la cama en movimiento, mientras su actividad cerebral era registrada mediante electroencefalograma (EEG).
El equipo de investigación observó una transición más rápida hacia el sueño en todos y cada uno de los sujetos cuando la cama se balanceaba suavemente. También se constató una mayor presencia en el cerebro de ciertos tipos de oscilaciones de las ondas cerebrales relacionadas con el sueño.
Más específicamente, el balanceo suave aumentó la duración de la fase N2 del sueño, la cual normalmente ocupa cerca de la mitad de una noche de sueño reparador. La cama actuando como mecedora también tuvo un efecto duradero en la actividad cerebral, con el aumento de las oscilaciones lentas y ciertas ráfagas de actividad. Estos efectos encajan con una actividad neural más sincronizada, característica de un sueño más profundo.
El siguiente paso en esta línea de investigación es averiguar hasta qué punto el balanceo puede ser útil para el tratamiento de trastornos del sueño como el insomnio.


