Biología
Nueva técnica para la formación artificial de tejido cardiaco
Unos científicos han inventado una nueva forma de crear tejido cardiaco tridimensional (o sea con un grosor significativo en vez de ser una lámina delgada sobre una placa) a partir de células madre. El tejido puede ser utilizado para crear y estudiar modelos de enfermedades, así como para probar fármacos que las combatan, abriendo con todo ello la puerta a un nuevo enfoque médico: el de la medicina de precisión para tratar las enfermedades coronarias.
Aunque ya existen técnicas que producen tejidos tridimensionales de células cardiacas, el nuevo método reduce espectacularmente el número necesario de células, haciéndolo más sencillo, barato y eficiente que los demás.
El equipo internacional de Nathaniel Huebsch, de los Institutos Gladstone en Estados Unidos, ya ha creado mediante bioingeniería tejidos cardiacos a escala micrométrica con el mencionado método, el cual es fácil de poner en práctica.
La creación de células cardiacas a partir de células madre pluripotentes inducidas (iPSCs, por sus siglas en inglés), derivadas de células de piel de un paciente, permite a los científicos estudiar y probar fármacos sobre la enfermedad concreta de este paciente concreto. Sin embargo, las células formadas a partir de iPSCs son relativamente inmaduras, pareciéndose a las células cardiacas en un embrión, más que a las de un adulto. Como tales, estas células son inadecuadas para las pruebas con fármacos porque no permiten predecir adecuadamente cómo afectarán estos a las células cardiacas adultas. Además, las células cardiacas creadas a partir de iPSCs son difíciles de producir y de trabajar con ellas, así que crear grandes cantidades puede ser complicado. Por tanto, cuantas menos se necesiten, mejor.
El micromúsculo de corazón obtenible con la nueva técnica ofrece una solución para ambos problemas. Al forzar a las células a organizarse y extenderse en forma de tejido tridimensional, se consigue espolear su desarrollo y obligarlas a parecerse más a células maduras que permitan predecir mejor cómo afectará un fármaco a las células cardiacas adultas. También, el nuevo método precisa mil veces menos células para cultivar el tejido que las otras técnicas de ingeniería de tejidos. Usar menos células permite a los científicos hacer muchos más experimentos con la misma cantidad de recursos.



