Medicina
Biomarcadores potenciales de la misteriosa enfermedad de la Guerra del Golfo
Basándose en un estudio sobre 85 militares que intervinieron en la Guerra del Golfo, unos investigadores del Departamento estadounidense de Asuntos de los Veteranos (VA, por sus siglas en inglés), organismo responsable de proporcionar pensiones, compensaciones y otros beneficios federales a los veteranos del estamento militar y a personas que dependen de ellos) han desarrollado una tabla preliminar de marcadores sanguíneos que, según dicen, puede verificar un diagnóstico de Enfermedad de la Guerra del Golfo con una precisión del 90 por ciento.
El método, desarrollado por el equipo del Dr. Gerhard Johnson, del VA y de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos, necesita ahora ser validado con grupos más grandes de pacientes.
Hasta 300.000 soldados (cerca de 4 de cada 10 de los que fueron desplegados en el Golfo Pérsico durante las operaciones Escudo del Desierto y Tormenta del desierto a principios de la década de 1990) se estima actualmente que sufren la Enfermedad de la Guerra del Golfo, más de 25 años después. Esa cifra procede de un análisis del VA, sobre la base de síntomas declarados por los propios afectados, publicado a principios de este año.
Pero la enfermedad es aún difícil de definir y de diagnosticar, y no hay un consenso amplio sobre los criterios de diagnóstico, y mucho menos sobre la causa exacta. Los síntomas que se declaran habitualmente incluyen dolor, fatiga, niebla mental, problemas de memoria, dolores de cabeza, insomnio y problemas gastrointestinales.
Una inflamación crónica en el cuerpo podría ser la causa principal inmediata, o al menos uno de los factores clave que provocan la enfermedad, según sugiere el nuevo estudio.
En este se encontró que varios análisis de sangre usados habitualmente tendían a dar resultados diferentes dependiendo de si la persona tenía o no síntomas propios de la Enfermedad de la Guerra del Golfo Pérsico.
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Los investigadores sugieren que una tabla de tales marcadores, una vez validada con investigaciones adicionales, podría servir como biomarcador objetivo para la afección. Esto podría ayudar a los médicos a diagnosticar la enfermedad. También podría ayudar a avanzar en la investigación. Hasta la fecha, los distintos grupos de investigación usan criterios distintos para determinar quién tiene la afección, y ello podría obstaculizar el progreso en el conocimiento de la afección.
El estudio se hizo sobre 57 veteranos de la Guerra del Golfo que cumplían los actuales criterios de diagnóstico y 28 que no los cumplían. La mayoría eran blancos, varones y de mediana edad.
Los investigadores analizaron las muestras de sangre de los voluntarios para obtener mediciones específicas sobre glóbulos blancos, glóbulos rojos, y plaquetas, así como sobre más de 60 proteínas diferentes.
En el grupo de la Enfermedad de la Guerra del Golfo, los conteos de tres tipos de glóbulos blancos (linfocitos, monocitos y neutrófilos) eran más altos. Las plaquetas, pequeñas células que forman coágulos para curar vasos sanguíneos lesionados, también estaban presentes en cantidades algo mayores de lo normal.
Junto con estos cambios, seis proteínas diferentes presentes en la sangre mostraban en los afectados valores muy distintos de los de las personas no afectadas. Los niveles de proteína C reactiva, leptina, BDNF y MMP-9 eran más altos en el grupo de la Enfermedad de la Guerra del Golfo. Los niveles de otras dos proteínas (MMP-2 y H-FABP) eran más bajas.
Tres de los marcadores usados juntos (linfocitos, monocitos y proteína C reactiva) alcanzaron un valor predictivo del 90 por ciento para aquellos excombatientes cuya probabilidad de tener la Enfermedad de la Guerra del Golfo se había calculado en un 70 por ciento a raíz de las entrevistas clínicas. En otras palabras, el análisis indicaba la presencia de dicha enfermedad en el 90 por ciento de aquellos que, según los criterios de diagnóstico convencionales, parecían tener la afección.
Los resultados del estudio se han hecho públicos a través de la revista académica PLoS ONE. La referencia del trabajo es la siguiente: Johnson GJ, Slater BCS, Leis LA, Rector TS, Bach RR (2016) Blood Biomarkers of Chronic Inflammation in Gulf War Illness. PLoS ONE 11(6): e0157855. doi:10.1371/journal.pone.0157855



