Botánica
Adaptación espontánea de vegetales al aumento de dióxido de carbono atmosférico
Las plantas, o por lo menos las estudiadas en una nueva investigación son capaces de adaptarse al creciente dióxido de carbono (CO2) atmosférico.
Esta investigación, realizada por especialistas de la Universidad de Southampton en el Reino Unido, aporta nueva y reveladora información sobre el impacto a largo plazo de este aumento del CO2 y las repercusiones que ello podría tener para la seguridad alimentaria global y la conservación de la naturaleza.
En efecto, el CO2 atmosférico está aumentando; las emisiones crecieron más rápido en la década de 2000 que en la de 1990, y la concentración de este gas alcanzó en 2013 las 400 partes por millón (ppm) por primera vez en la historia desde que se tienen registros continuados y fiables.
Por un lado, se sabe que más CO2 es bueno para las plantas, al menos a corto plazo, porque esto aumenta la fotosíntesis y el crecimiento vegetal, incluyendo el crecimiento de cultivos y la producción de alimentos. Y efectivamente, durante las últimas décadas se ha visto que el planeta se está haciendo más verde conforme el crecimiento vegetal se ve estimulado por el aumento paulatino del CO2.
Hasta ahora, pocos informes nos han proporcionado información sobre el impacto a largo plazo del aumento del CO2 con el paso de múltiples generaciones de plantas, y no se ha completado ninguno en relación con la firma molecular subyacente en tal adaptación. Una razón para ello es que se trata de un problema difícil de resolver (encontrar plantas que hayan sido expuestas a las condiciones del futuro, pero que estén disponibles hoy en día).
Zona con una elevada concentración de CO2 en Toscana, Italia, proveniente de emisiones naturales. La torre sirve para medir su concentración. (Foto: University of Southampton)
Para afrontar este problema, el equipo de Gail Taylor, profesora en la Universidad de Southampton, se valió de un recurso único: un terreno en el que, de manera natural, como consecuencia de emanaciones constantes a la superficie de CO2 proveniente del subsuelo, las plantas de la zona llevan sometidas cientos de años, y durante múltiples generaciones, a una concentración de CO2 mayor que la experimentada por la inmensa mayoría de vegetales actuales.
Cogiendo ejemplares de plantas de la especie Plantago lanceolata de ese sitio, en Bossoleto, en Italia, y comparándolas con las mismas plantas de una zona cercana donde el nivel de CO2 es el típico de la mayor parte del mundo, se pusieron de manifiesto diferencias sorprendentes en la expresión genética total (el proceso por el cual son activados genes específicos para producir una proteína requerida).
El estudio muestra que si comparamos plantas del lugar normal, que representa a la atmósfera actual, con plantas del lugar sometido a una concentración mayor de CO2, que representa a la atmósfera del futuro (hasta el 2100), estas últimas están mejor adaptadas que las primeras a ese ambiente más rico en CO2 (crecen más y realizan mejor la fotosíntesis que las adaptadas a la atmósfera actual).
Aunque esta es una buena noticia, conviene no dejarse llevar por el entusiasmo, tal como recomienda la propia profesora Taylor, ya que la ciencia todavía no entiende por completo las consecuencias de este cambio en el desarrollo; además, las maneras en que los distintos vegetales se adaptarán a los futuros niveles de CO2 son impredecibles. La incertidumbre representa un gran problema; necesitamos saber cómo podrían evolucionar los cultivos alimentarios a lo largo de futuras generaciones en respuesta al cambio climático, a fin de tomar con suficiente antelación las medidas más adecuadas de política agrícola.