Microbiología
La asombrosa capacidad de la bacteria de la tularemia para infectar a múltiples especies de animales
Una nueva línea de investigación está permitiendo obtener información reveladora sobre la notoria capacidad de infección de la Francisella tularensis. Esta bacteria causa la tularemia, una enfermedad que afecta a humanos, conejos y roedores, entre otros.
A pesar de todo, no parece propagarse de persona a persona. Al contrario, la gente la contrae por el contacto con animales infectados, de una picadura de garrapata o a partir de agua o tierra contaminadas. Si no se trata, la tularemia puede ser mortal; sin embargo, responde generalmente a los antibióticos.
La Francisella tularensis es muy patógena. Basta con que logren introducirse en los pulmones unas pocas bacterias de esta especie, a veces incluso menos de 10, para que la enfermedad se pueda desarrollar.
Debido a lo peligrosa que es esta especie de bacteria, el equipo del Dr. Aria Eshraghi, del Departamento de Microbiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle, EE.UU., no la estudió en su laboratorio, sino que usó una sustituta que lo es menos, llamada Francisella novicida.
La baja dosis necesaria para que se produzca la infección y la gravedad de la enfermedad que causa han llevado a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos a clasificar a la F. tularensis como agente bioterrorista de Categoría A.
Eshraghi, el Dr. Brook Peterson de la misma universidad y sus colaboradores están trabajando para aclarar cómo la Francisella tularensis vence a las defensas del cuerpo. Los últimos hallazgos, resultado de un esfuerzo multiinstitucional, prometen ser de gran utilidad.
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Un cultivo denso de bacterias Francisella. (Foto: Alexandra Walls y Aria Eshraghi)
Dichas bacterias poseen un genoma que se distingue por un cúmulo de genes llamado Isla de Patogenicidad de la Francisella. Algunos de los genes en esta región codifican para toxinas, y en ella también se encuentran los planos para la maquinaria que suministra a las células animales tales toxinas causantes de la enfermedad.
Los científicos habían pensado que la citada Isla de Patogenicidad de la Francisella contenía todos los genes para las toxinas, pero el grupo de investigación descubrió proteínas que potencian la infección, no tenidas en cuenta en las instrucciones de la isla de patogenicidad.
Estas proteínas comparten rasgos con toxinas halladas en algunos otros patógenos, como la bacteria que causa la enfermedad del legionario. Los investigadores encontraron evidencias de que estas proteínas promueven el crecimiento de la Francisella dentro de los macrófagos, los glóbulos blancos que normalmente se "tragan" y "digieren" a los patógenos.
Hasta hace poco, había sido difícil encontrar nuevas toxinas relacionadas con la virulencia de la tularemia. El nuevo avance ha sido posible gracias a mejoras en tecnologías para capturar, describir y catalogar proteínas bacterianas.



