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Jueves, 19 de Enero de 2017
Ecología

La captura masiva de leones y osos marinos en las costas patagónicas altera los ecosistemas oceánicos del Atlántico sur

La captura de leones y osos marinos por parte de los europeos en las costas atlánticas de América del Sur —que comenzó en el siglo XVIII y duró hasta la segunda mitad del siglo XX en Argentina y Uruguay— ha cambiado las pautas de alimentación de estos pinnípedos y la estructura de la red trófica costera. Así lo determinan los trabajos del equipo codirigido por Lluís Cardona, del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales y del Instituto de Investigación de Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona, y por Enrique Crespo, del Centro Nacional Patagónico y de la Universidad Nacional de la Patagonia (Argentina).

 

Los resultados de esta investigación se presentan en dos artículos publicados en las revistas científicas Oecologia y Paleobiology, de los que también son coautores Fabiana Saporiti y Lisette Zenteno (UB-IRBio), y Damián G. Vales (Centro Nacional Patagónico), entre otros expertos.

 

Esta investigación es uno de los resultados del proyecto Efectos de la explotación humana sobre depredadores apicales y la estructura de la red trófica del mar Argentino durante los últimos 6.000 años, financiado por la Fundación BBVA y dirigido por el catedrático Àlex Aguilar (UB-IRBio), jefe del Grupo de Investigación de Grandes Vertebrados Marinos de la Universidad de Barcelona.

 

La caza y la pesca suelen reducir la abundancia de las especies de mayor tamaño. Por este motivo, la megafauna se considera uno de los componentes más amenazados de la biodiversidad. Los mamíferos marinos constituyen un elemento fundamental de la megafauna de todos los océanos y han sido intensamente explotados por el hombre. Sin embargo, conocer los efectos de esta explotación sobre el funcionamiento de las redes alimentarias de los ecosistemas marinos —un entramado de alta complejidad estructural— sigue siendo un reto difícil para los científicos por la dificultad de realizar experimentos manipulativos.

 

 

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(Foto: U. Barcelona)

 

En los nuevos trabajos, el equipo científico revela los efectos ecológicos de la explotación de recursos marinos en las costas meridionales sudamericanas durante los últimos 6.000 años, centrándose en dos especies perseguidas tanto por los cazadores-recolectores aborígenes como por los colonizadores europeos: el león marino sudamericano (Otaria flavescens) y el oso marino sudamericano (Arctocephalus australis).

 

El león marino sudamericano (O. flavescens) es un mamífero marino de constitución robusta, con un hocico corto y aplastado, que abunda en las costas de América del Sur, desde Perú al cabo de Hornos, y hasta las costas de Brasil. Con una distribución geográfica similar, el oso marino sudamericano (A. australis) tiene la mitad de tamaño y un hocico más alargado, se alimenta principalmente de peces pelágicos y ocupa una posición inferior en la pirámide alimentaria del ecosistema marino en comparación con la otra especie.

 

Hace unos 6.000 años, las poblaciones de cazadores-recolectores de Tierra del Fuego comenzaron a explotar ambas especies, una actividad que posteriormente se extendió hasta el norte de la Patagonia. «Las especies O. flavescens y A. australis son los mamíferos marinos más abundantes de la región en la actualidad, e históricamente habían sido explotadas intensamente por los cazadores-recolectores aborígenes, que basaban una parte importante de sus recursos en estas especies», explica el profesor Lluís Cardona, miembro del Grupo de Investigación de Grandes Vertebrados Marinos de la UB.

 

Aplicando de forma innovadora las técnicas de análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno a los restos óseos de los leones y osos marinos —provenientes de yacimientos arqueológicos tanto de la Patagonia como de Tierra del Fuego—, los expertos han podido reconstruir las dietas de los pinnípedos en diferentes periodos a lo largo de la segunda mitad del Holoceno y compararlas con las actuales.

 

«Todo indica que la explotación aborigen no afectó a sus dietas ni a la estructura de la red trófica, aunque era habitual consumir tanto leones y osos marinos como algunos peces y aves marinas. Por tanto, durante milenios, la red trófica no varió de forma relevante a pesar de los cambios en la productividad primaria del océano, y los leones y osos marinos ocuparon un nivel trófico inferior al actual, similar al que ocupa la merluza hoy en día», apunta Cardona.

 

Con la llegada de los europeos a partir del siglo XVI —y más en concreto, durante la fase de explotación masiva de los recursos marinos que se inició a finales del siglo XVIII—, la dieta de los leones y los osos marinos cambió. La presión humana diezmó ambas especies, lo que terminó alterando la pirámide alimentaria y el papel ecológico de los grandes vertebrados marinos en el extremo del continente sudamericano, explican los autores. «Los leones y los osos marinos ocupan hoy día un nivel trófico superior al que ocupaban antes de la llegada de los europeos. Ahora son depredadores apicales, es decir, superdepredadores», detalla Cardona.

 

«Este resultado sorprendente se explica porque la población de leones marinos es ahora menor —continúa— y, por lo tanto, hay más alimento disponible para cada ejemplar, a pesar del desarrollo de la actividad pesquera. En estas condiciones, cada ejemplar puede elegir presas más grandes y más costeras en comparación con lo que hacían anteriormente.

 

En el caso de A. australis, que tiene una boca más pequeña, el cambio de dieta no ha sido tan espectacular, porque tiene una limitación física para capturar grandes peces y, por tanto, menor plasticidad trófica. En cambio, O. flavescens ha pasado de comer anchoas a consumir merluzas y pulpos».

 

Los efectos de la explotación de los ecosistemas marinos también alteran la longitud de la red trófica. Según los autores, si los depredadores apicales se extinguen, la red trófica se acorta. En cambio, si simplemente son menos abundantes, la red trófica del ecosistema se puede alargar por la reducción de la competencia intraespecífica.

 

Las nuevas investigaciones sobre la ecología histórica en las regiones más meridionales del continente americano pueden perfilar nuevos escenarios sobre los ecosistemas alterados por la acción humana: «Estos trabajos ponen de manifiesto que el nicho ecológico que observamos actualmente en las especies salvajes puede diferir notablemente del que ocupaban en condiciones naturales. Ahora viven en un ecosistema nuevo, modelado por el hombre. Esto implica, por tanto, que restaurar los procesos ecológicos naturales puede ser un objetivo muy difícil, por no decir imposible», concluye Lluís Cardona. (Fuente: U. Barcelona)

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