Química
Los repelentes de insectos a base de DEET no repelen, desorientan
El DEET fue desarrollado en 1946 como un eficaz repelente de insectos para evitar las picaduras de estos, y ha sido utilizado exitosamente con este fin en todo el mundo desde entonces.
No estaba claro, sin embargo, que actuase como un repelente activo ni que bloquease los estímulos de olor, y esto ha generado un debate científico de décadas de duración, que ahora, a juzgar por los resultados de un nuevo estudio, va a concluir.
El equipo de Leslie Vosshall de la Universidad Rockefeller en Nueva York, y Bill Hansson y Marcus Stensmyr, ambos del Instituto Max Planck para la Ecología Química en Jena, Alemania, ha aclarado ahora la forma de actuar del DEET.
Estos investigadores han comprobado que la sustancia no bloquea en los insectos su capacidad de reconocer las señales de olor atractivas, ni provoca una conducta activa de evasión en los mosquitos y las moscas de la fruta, como se había supuesto con anterioridad.
En realidad, la sustancia es tan eficaz porque altera el código de olor de los insectos. Los receptores olfativos detectan las señales de olores específicos que permiten a los insectos buscar posibles fuentes de alimento. El DEET corrompe los mensajes portados por los aromas atractivos, y como consecuencia, los mosquitos o las moscas de la fruta no logran orientarse debidamente.![[Img #5062]](upload/img/periodico/img_5062.jpg)
Lo que hace la sustancia, que es muy poco perceptible para los humanos, es, por tanto, confundir a los insectos.



