Arqueología
La expansión de la alfarería por el norte de Europa hace casi 5.000 años
La alfarería floreció durante la Cultura de la Cerámica Cordada de finales del periodo Neolítico en la región del Mar Báltico. ¿Fueron solo los nuevos conocimientos técnicos de la misma los que llegaron a la zona? ¿O se produjo una inmigración de artesanos que dominaban esas nuevas técnicas? ¿Son bienes importados los objetos arqueológicos de este tipo y época encontrados en Finlandia, o fueron hechos a partir de arcilla finlandesa por artesanos locales que habían aprendido la nueva tecnología? Estas son las preguntas que están intentando responder los autores de un estudio reciente que está considerado como el más detallado de su tipo llevado a cabo hasta la fecha en los países nórdicos.
El equipo de Elisabeth Holmqvist-Sipilä, del laboratorio arqueológico de la Universidad de Helsinki en Finlandia, cartografió las rutas de llegada de la alfarería y las comunidades que representan el complejo de la Cultura de la Cerámica Cordada (hacia los años 2900-2300 antes de Cristo) a los países nórdicos mediante la identificación de las áreas donde se fabricaba.
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La alfarería de la Cultura de la Cerámica Cordada era muy diferente de la de la Edad de Piedra. Representaba una nueva tecnología y un nuevo estilo, y como innovación, utilizaba cerámica triturada (rota) mezclada con la arcilla.
Tradicionalmente, los arqueólogos suecos han venido suponiendo que la alfarería de la Cultura de la Cerámica Cordada llegó a Suecia desde el sur. Sin embargo, ahora parece claro que las influencias orientales estaban particularmente de moda durante el Neolítico, y que tanto la alfarería como las personas que pertenecían a la cultura que la fabricaba llegaron primero al este de Suecia desde Finlandia y Estonia. Eso no fue un suceso unidireccional y único: hubo muchos contactos activos en todas direcciones a lo largo y ancho de la región del Mar Báltico durante el periodo, lo cual resulta evidente por el hecho de que la alfarería que se hacía en Suecia con el paso del tiempo acabó apareciendo en Finlandia y Estonia.
En las sociedades tradicionales eran normalmente las mujeres las que se encargan de la artesanía alfarera y también era común para ellas cambiar de lugar de residencia cuando formaban pareja con un hombre y fundaban con él una nueva familia. Los análisis de sepulturas de la Cultura de la Cerámica Cordada muestran que las mujeres tenían una mayor probabilidad de recibir objetos de alfarería como regalos fúnebres, y los análisis de restos mortales de personas de aquellos tiempos enterradas en cementerios europeos indican que las mujeres también tenían una mayor probabilidad de cambiarse de lugar de residencia en algún punto de su vida.
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Alfarería de la Cultura de la Cerámica Cordada neolítica encontrada en el sur de Finlandia. (Foto: Elisabeth Holmqvist-Sipilä)
Es probable que los primeros artesanos de la Cultura de la Cerámica Cordada que llegaron a las costas suecas o a las finlandesas en el Báltico fueran mujeres que aprendieron su oficio en su lugar de nacimiento. Habrían empezado a usar la arcilla disponible en su nuevo hogar, pero la mezclaron con trozos triturados de cerámica que habían traído con ellas. Quizás esta fue la forma de darle continuidad en su nuevo lugar de residencia a la tradición alfarera que habían aprendido en su tierra natal, manteniendo así en sus vidas cotidianas una conexión simbólica con sus familias y los miembros de sus anteriores comunidades.
El nuevo estudio establece que las artesanas cualificadas llegaron a Suecia particularmente desde Estonia y Finlandia, dado que tanto el origen geoquímico como los vínculos culturales de la alfarería importada indican una conexión con la región. Las similitudes culturales a su vez vinculan las primeras comunidades de la Cultura de la Cerámica Cordada en Finlandia y Estonia con la parte oriental del Golfo de Finlandia.


